Todo Estados Unidos estará pendiente de Glendale el domingo, en que esa ciudad albergará el Super Bowl y a decenas de miles de aficionados que pagan fortunas por ver la gran final del fútbol americano.
Lo que tal vez no vean en medio del revuelo es la dura realidad de la ciudad, que padece de grandes problemas financieros por sus fallidos esfuerzos por convertirse en un referente deportivo. Glendale apostó fuerte al deporte hace 15 años e invirtió millones de dólares en un estadio de hóckey sobre hielo para los Arizona Coyotes. También construyó instalaciones para que los Medias Blancas de Chicago y los Dodgers de Los Angeles se entrenen durante la pretemporada de primavera. Pero la economía se desmoronó y el equipo de hóckey quebró y ha cambiado de dueño varias veces en los últimos años.
La situación económica de la urbe mejoró, aunque a costa de subir los impuestos, reducir en un 25% la fuerza laboral municipal, cancelar algunos proyectos de pavimentación y reducir las horas en que funcionan las piscinas y las bibliotecas públicas. El impuesto a las ventas del 9,2% es de los más altos del país. Glendale es una ciudad de unos 250.000 habitantes al noroeste de la zona metropolitana de Phoenix. La región donde se construyeron le estadio de los Coyotes y el de los Arizona Cardinals de la NFL era un polvoriento sector rural. La gente que acude a los estadios puede ver numerosos tractores y equipo agrícola a los costados de las carreteras.
Glendale no es la única ciudad pequeña que enfrenta este tipo de problemas. En todo el país las municipalidades se debaten en torno a cuánto dinero invertir en estadios.
GLENDALE, Arizona, EE.UU. (AP)