Neymar y Messi imparables

Marcó Messi el 400 (y el 401), anotó por partida triple Neymar, Bravo siguió con la portería a cero y Mathieu acabó por ganarse el favor de la afición. Y dirigió con presteza Xavi y demostró Dani Alves que no tiene rival en su puesto. Y el Granada se marchó con un saco de goles, aplastado por un Barcelona que comenzando a bajas revoluciones acabó por gustarse a sí mismo.

El sexto de Messi, segundo de su cuenta, mostró en toda su extensión qué es el Barça. Para bien y para mal Luis Enrique quiere en su equipo máxima exigencia, entrega, pelea, lucha y ambición. Y ese 6-0 de Leo lo mostró, porque fue a buscar, a discutir, a robar un balón sin ninguna necesidad, por cuanto el partido estaba totalmente finiquitado. Lo hizo, se lo llevó y marcó redondeando una goleada para la tranquilidad.

Así respondió el equipo de Luis Enrique, puesto en duda el pasado miércoles en Málaga y que utilizó al Granada para reafirmarse. Y eso que le costó de entrada. Calurosa la tarde en Barcelona, el Barça pareció dormitar ante el nervio del Granada, que puso en guardia hasta en tres ocasiones a la zaga culé, en la que sobresalió de forma especial Mathieu, con una rapidez supersónica para evitar que el susto fuera algo más.

La paz la devolvió Neymar, apoyado en la fortuna por cuanto recibió un regalo de la defensa en un pase horizontal que aprovechó para marcar, tras un remate que rebotó en Babín y acabó por despistar al desesperado Roberto.

A falta de buen fútbol el Barça se calmó con el marcador, que pasó a ser sentenciado en apenas dos minutos, cuando Messi se puso los galones. Primero lanzó un medido centro que Rakitic convirtió de cabeza y después le dio un pase de la muerte a Munir, que rechazó Roberto para que Neymar otra vez marcase.

En dos minutos convirtió el Barça el triunfo en goleada antes del descanso y el animoso Granada entregó todas las armas a partir de ahí. Lo hizo porque la segunda mitad el equipo de Caparrós se vio superado en todas las facetas y los de Luis Enrique se gustaron y gustaron a los suyos.

Gustó el 400 de Messi por ser una jugada de tiralíneas, con un desplazamiento largo y preciso de Xavi, un centro de primeras, perfecto, de Alves y un cabezazo imparable del argentino. Un gol precioso para entrar en la historia y recuperar la alegría de la afición azulgrana, ya sin disimulo a sus pies y que cuatro minutos después le ovacionó cuando regaló el quinto de la tarde a Neymar.

Cerró la cuenta Leo ante el enfado del entrenador del Granada, que se presentó con orden en el campo y se suicidió a base de unas pifias que catapultaron a un Barça necesitado de recuperar sus mejores sensaciones.

BARCELONA (AGENCIAS)