Mucho antes del mediodía, un hincha alemán bailaba con brasileños al ritmo de la samba en un bar en Belo Horizonte.
Sin duda la tensión aumentará antes de las 5 p.m. (2000 GMT) del martes, cuando Alemania y Brasil se enfrenten en esta ciudad por un cupo en la final de la Copa del Mundo. El país anfitrión gastó miles de millones reparándose para el torneo, con la expectativa de que la localía ayude a la «Verdeamarela» a conquistar su sexto título. Pero la lesión de su estrella Neymar, y la suspensión del capitán Thiago Silva, pusieron los nervios de punta entre los brasileños.
Neymar será uno de los que verá el partido por televisión desde su casa, donde se recupera de una fractura de vértebra que lo marginó por el resto del campeonato. El delantero pidió al país que se una para respaldar al equipo para llegar a la final del domingo en el estadio Maracaná de Río de Janeiro. «Estaré entre los 200 millones de fanáticos y sé lo importante que este respaldo es para los muchachos en la cancha», escribió Neymar en una de sus cuentas de redes sociales. «Animemos juntos hasta el último
minuto porque quiero estar con todos, con los fanáticos y mis compañeros, el domingo en la cancha del Maracaná». Los hinchas llegaban desde temprano a los Fan Fests en la playa Copacabana de Río y en Sao Paulo, todos pendientes del partido que se jugaba en Belo Horizonte. En el Mineirao, la gente vestía la camiseta de Neymar, mientras miles de personas con camisetas de la selección y banderas de Brasil llegaban al estadio. También se veían algunos grupos de alemanes.
«Escuchamos muchas cosas negativas sobre Brasil cuando llegamos, pero hasta ahora ha sido una experiencia increíble», dijo Michael Beussemer, de 29 años, y quien ha seguido a la selección de Alemania en Brasil durante más de dos semanas. «El ambiente con los fanáticos ha sido tremendo, no nos podemos quejar por nada.Todos están esperando este partido, es fabuloso poder estar aquí». En el barrio Savassi, un popular sitio de reunión durante los partidos, los hinchas de ambos países festejaban juntos. Algunos brasileños sonaban las bocinas de sus vehículos al toparse en la calle, otros cantaban.
Los dueños de los negocios estaban de plácemes. «Abrimos mucho más temprano por el partido, sabíamos que los fanáticos iban a buscar lugares para prepararse para el partido», dijo Leandro Nunes, quien supervisa un restaurante en Belo Horizonte. «Hasta ahora ha sido excepcional. Desde que empezó el Mundial, hemos roto todos los récords de venta». El partido entre Brasil y Alemania será el último de seis en Belo Horizonte. Esta es la primera vez que Brasil enfrenta a Alemania desde la final del Mundial de 2002 en Corea-Japón, donde la selección sudamericana conquistó su quinta corona.
BELO HORIZONTE, BRASIL (AP)