Con una mezcla de indignación hacia la FIFA y algunos reproches a Luis Suárez por haber perdido otra vez los estribos en la cancha, los uruguayos reaccionaron el jueves a la suspensión que dejó a su ídolo fuera de la Copa Mundial.
Suárez, el baluarte indiscutido de la selección, fue suspendido por nueve partidos para jugar con la «Celeste», además de cuatro meses de cualquier actividad futbolística, como consecuencia de haber mordido en el hombro al italiano Giorgio Chiellini.
En Uruguay, la sanción cayó como un mazazo, según las reacciones de ministros del gobierno, prensa y gente en la calle. Diego Suárez, el hermano menor del atacante y que juega con el club local Miramar Misiones, dijo a The Associated Press sentirse «muy triste» por una sanción que considera «increíble».
«Lo atacan porque vende», afirmó Diego Suárez. «Lo atacan porque le gusta ser como es y no soportan todo lo que le puede dar un país». Desde el gobierno, la ministra de Turismo y Deporte, Liliám Kechichián, indicó que «nos duele la desmedida sanción», «Ahora ver cómo ayudamos al ser humano y cómo este grupo saca lo mejor de su clase y de su amor a la ‘Celeste»’, dijo la ministra Liliám Kechichián.
El presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, Wilmar Valdez, anunció que el organismo apelará la suspensión, aunque la FIFA enfatizó que el castigo seguirá en pie mientras se cumple ese proceso. «Los errores en la vida se pagan, esa es la realidad. Luis ya los ha pagado», expresó Valdez.
La FIFA informó que el castigo de Suárez comienza de inmediato, y se perderá el partido del sábado entre Uruguay y Colombia por los octavos de final del Mundial. Lo ocurrido el martes en el partido contra Italia es el tercer episodio en el que Suárez muerde a un rival en un partido, ya que protagonizó situaciones similares con Ajax y Liverpool.
La FIFA también le impuso una multa de 100.000 francos suizos (112.000 dólares). El ariete tiene prohibido entrar a cualquier estadio de la Copa del Mundo, o incluso entrenarse con Liverpool hasta fines de octubre.
MONTEVIDEO, Uruguay (AP)