Mientras España juega con la presión de una final, Chile tiene la oportunidad de usar la desesperación del rival y certificar su pase a la siguiente ronda de la Copa del Mundo.
El duelo de «Rojas» que se disputa el miércoles en el estadio Maracaná es mucho más que un partido. Sobre todo para la campeona del mundo, que está obligada a ganar, preferiblemente por amplio margen, tras la paliza 5-1 que le endosó Holanda en la primera jornada. Para Chile, segundo del Grupo B con tres unidades, un triunfo sería casi definitivo. Probablemente le daría el pase a los octavos de final y mandaría a los españoles a casa.
España y Chile vuelven a cruzarse en un partido que recuerda demasiado al de hace cuatro años en Sudáfrica. Es cierto que aquel choque, en el que los españoles se impusieron por 2-1, era el tercero del grupo. Pero entonces como ahora, los de Vicente del Bosque estaban obligados a ganar, mientras que a los chilenos les valían otros resultados. De hecho, las dos selecciones avanzaron a la siguiente fase en Sudáfrica.
Chile jamás ha conseguido ganar a España en 10 enfrentamientos. El balance histórico es de ocho victorias españolas y dos empates. Curiosamente, el primer partido oficial entre las dos selecciones se disputó en el viejo Maracaná durante el Mundial de 1950. Los europeos se impusieron por 2-0. Un resultado que seguro pagarían por repetir 64 años después sobre el mismo escenario.
España vive su momento más delicado de los últimos ocho años. La mejor generación de futbolistas españoles de toda la historia emite síntomas de fin de ciclo. En Sudáfrica también empezó perdiendo y levantó el título, pero la contundencia del resultado de Holanda y sobre todo las sensaciones invitan a pensar que no hay paralelismos posibles.
El equipo de Del Bosque acabó descompuesto y agotado. Todas las líneas se rompieron. El caos se apoderó de una selección que hizo del «tiki-taka» y el control de la posesión una forma de vida. España barrunta cambios importantes contra Chile tras la debacle de Salvador. Pero todo indica que Del Bosque, poco amigo de revoluciones, vivirá o morirá con la seña de identidad del equipo. Nadie espera que España se ponga a jugar en transiciones rápidas y por las alas de la noche a la mañana.
La semana ha sido prolija en gestos. Iker Casillas, señalado por sus fallos contra Holanda, pasó 10 minutos charlando con el entrenador a vista de las cámaras. Pepe Reina desveló una reunión de los veteranos de la plantilla para tratar de rearmarse y sacar a flote el barco. El mensaje sigue siendo que España pelea por su segundo Mundial consecutivo. Y se recuerda el caso de Alemania, que perdió 8-3 en su debut en el Mundial de 1954 y acabó ganando el torneo.
Chile llega al partido sin las urgencias de España, pero con la obligación de sacar algo positivo para no tener que jugársela con Holanda en la última fecha del grupo. La presión chilena, que Del Bosque siempre definió como «suicida», complica mucho a los rivales. Ante Australia, Chile se impuso por 3-1 en un partido en el que fue de más a menos. La poca altura de la defensa chilena desequilibró al equipo en algunas fases del partido de Australia. Si bien España no suele explotar ese tipo de juego de cruces constantes al área.
El técnico Jorge Sampaoli quiere más consistencia durante los 90 minutos. Podrá alinear a Arturo Vidal, que sigue evolucionando favorablemente de su reciente cirugía en la rodilla. Y en ataque, una de las líneas más entonada de Chile, Alexis Sánchez, escoltado por Jorge Valdivia, se las verá con una defensa que conoce perfectamente de la liga española.
RIO DE JANEIRO (AP)