A ritmo de samba, multitudes de brasileños vestidos con los colores verde y amarillo de su selección festejaron de comienzo a fin en el estadio Itaquerao la inauguración de la Copa Mundial, que regresó al país después de 64 años. Sin embargo, también se lanzaron recriminaciones al gobierno.
Antes y después de la ceremonia de apertura y del silbatazo inicial que puso en marcha el choque entre Brasil y Croacia, el ambiente dentro y en los alrededores del estadio fue de fiesta. Las masas de torcedores brasileños convergieron con otros aficionados de otros países, incluyendo latinoamericanos, que llegaron a respaldar sus equipos y de paso testimoniar la inauguración.
Luego, un autogol de Marcelo dio la ventaja a los croatas e hizo que cundiera el nerviosismo entre el público local. Pero Neymar se encargó de devolver la tranquilidad con sus dos goles, uno de ellos de factura y el otro un dudoso penal, que puso arriba a los de casa. Oscar cerró la cuenta sobre la hora para el 3-1.
«Mucho susto el primer tiempo, pero mucha alegría al final», dijo la brasileña Luisa, de 50 años y seguidora del club Corinthians, que jugará en el Itaquerao. «Todo fue correcto en el estadio, al menos hasta donde pude ver». Agregó que alguna gente lanzó insultos a la gobernante Dilma Rousseff.
«La gente no está feliz con todo lo que se está gastando en este Mundial», señaló. Agentes de la policía y militares brasileños resguardaron las inmediaciones del estadio, mientras que un helicóptero militar sobrevoló desde temprano el área de Itaquera, un suburbio alejado del centro de Sao Paulo. Horas antes del partido, un grupo de unos 300 manifestantes se enfrentó horas antes con las autoridades en la avenida principal que conduce al estadio, y la policía utilizó gases lacrimógenos y bombas de estruendo para dispersarlos.
En otras ciudades brasileñas también se registraron protestas populares. «Queremos vivir este Mundial en casa y disfrutarlo. Para muchos de nosotros es una fiesta», dijo a The Associated Press el paulista Carlos Alberto, un torcedor de 41 años que lucía una camiseta con el nombre de la leyenda del fútbol brasileño Garrincha y el número «7».
Muy cerca, un grupo de brasileños bailaba a ritmo de samba, y coreaba «¡Vamos Brasil! ¡Llegó la hora de Neymar!». Sin embargo, no todo era felicitad plena para los aficionados anfitriones, pues algunos llegaron sin entradas y tuvieron que conformarse con disfrutar desde una avenida aleñada a la entrada del estadio. Muchos de ellos eran residentes de Itaquera y parecían personas de bajos recursos.
«Al menos vivo cerca la fiesta», afirmó Marta, de 45 años, quien cargaba una copa mundial de plástico.Mientras la observaba un policía, la mujer aseguró que vivía en unos edificios para personas de bajos recursos, que se aprecian desde la zona del estadio. Una pancarta gigante con una frase despectiva contra la Copa se leía en uno de esos inmuebles, pero luego fue retirada del lugar.
Todo esto pasaba inadvertido para los aficionados que llegaron de otros países y para quienes el acto de inauguración representó el aperitivo perfecto, previo al debut de sus selecciones. Si no, pregunten a Rogelio Gobea, un mexicano de 40 años oriundo de Monterrey que llegó con su hijo Rogelio Alejandro, 13, para la apertura y respaldar al «Tri» mexicano en la primera ronda.
«Veo a los brasileños muy entusiasmados, a los croatas no tanto. Mexicanos apoyando a Brasil porque queremos ese segundo partido», dijo. México se mide a Brasil en la segunda jornada del Grupo A en Fortaleza el 18 de junio.
«Hoy estuvo muy emocionante, la gente está muy alegre; muy colorido el lugar», coincidió el argentino Iván Ariente, de 17, y quien llegó con su primo, un abogado de 23 años, ambos de Buenos Aires, para disfrutar el Mundial hasta donde les alcance el dinero. «En principio había unas protestas en las autopistas, pero el ambiente está bien y la gente es muy buena», agregó.Para Mario Lara, un bogotano de 40 años que llegó con un grupo de amigos, «esto es increíble».
«Había mucho frío en los días previos, hoy salió el sol, perfecto», señaló Lara, quien estará respaldando a Colombia en la primera ronda y hasta los octavos de final, en el caso de que avancen los dirigidos por el argentino José Pékerman.
SAO PAULO (AP)