Hubo más lágrimas en Cleveland. Pero esta vez fueron de felicidad.
Terminó la sequía de 52 años sin un título deportivo, que pesaba sobre la ciudad durante generaciones y que se hacía más dolorosa por una larga lista de situaciones en que distintos equipos se quedaron a un palmo de la gloria.
En el Día del Padre, LeBron James, el chico de la cercana localidad de Akron, criado por una madre soltera, trajo al fin un cetro a la ciudad.
En los últimos segundos del sexto encuentro de la final, que Cleveland ganó por 93-89 en Golden State, unos 18.000 espectadores reunidos en la Quicken Loans Arena para ver el encuentro en una pantalla gigante comenzaron a llorar. Algunos abrazaron a gente a la que no conocían. Todos compartieron un momento que habían deseado durante una vida.
Varios entrelazaron sus brazos y cantaron el tema «We Are The Champions», del grupo Queen. Durante años, esa canción pareció totalmente ajena a esta ciudad.
La última vez que un equipo de Cleveland había conseguido un título deportivo importante fue en 1964, cuando los Browns fueron campeones de la NFL.
Pero los Cavaliers consiguieron algo más. Son el primer equipo de la historia que ha ganado una final en la que estuvo abajo por 3-1.
Así que este episodio bien podría quedar en la memoria colectiva como «La Remontada».
A las 10:37 de la noche, Cleveland exorcizó finalmente sus demonios deportivos: todas aquellas derrotas tan dolorosas que se conocen con títulos como «La Ofensiva», «El Balón Suelto» o «El Disparo».
«Jamás pensé que vería ocurrir esto», reconoció Tim Lovell, de Canfield, Ohio, quien estaba sentado junto a la línea de la yarda 50 cuando John Elway, el quarterback de Denver, liquidó a los Browns con «La Ofensiva» en la final de la Conferencia Americana de 1986. «Cuando faltaban dos minutos sentí que me iba a dar un infarto. Había visto ‘La Ofensiva’ y ‘El Balón Suelto’, y vi cuando Michael Jordan nos aniquiló con ‘El Disparo»’.
Mientras Lovell hablaba, su hija de 18 años Marisa se limpiaba las lágrimas.
«Esto es historia», declaró la joven. «Lloré de verdad. Ha sido abrumador estar aquí».
Ahora todo eso es historia, como el título que ostentaban los Warriors, quienes buscaban el bicampeonato.
Tras el partido, los aficionados llenaron «The Q» en Huron Road para una fiesta que podría durar días. Unos cuantos se subieron a un camión de bomberos, a un autocar y a árboles y farolas. La policía dijo que realizó varias detenciones e informó de un auto con los vidrios rotos, pero estos altercados no robaron protagonismo a la alegría desenfrenada 52 años de fracasos liberados en una noche de catarsis.
Cleveland acogerá el miércoles un gran desfile para homenajear a los campeones, un acto que algunos llevan planeando toda su vida.
«Nuestros seguidores nos animan a muerte, no importa lo que pase, no importa si son los Browns, los Indios, los Cavs, o cualquier otro equipo», dijo James. «Siguen apoyándonos. Y para nosotros, poder terminar esto, terminar con esta sequía, es algo que merecen los fans. Se lo merecen. Y esto es para ellos».
«Va a ver la mayor fiesta que Cleveland haya visto jamás», señaló.