El espectacular drible de Kyrie Irving ocurrió casi en el mismo lugar en el que su primer viaje a la Final de la NBA terminó abruptamente el año pasado, cuando sufrió una severa lesión en la rodilla.
Esta vez, no se desmoronó. Utilizó su mano izquierda para mantener el equilibrio, antes de cambiar el balón de mano, detenerse, girar y encestar un tiro a la media vuelta ante la férrea defensa de Klay Thompson, de Golden State, quien solo pudo agitar la cabeza incrédulo.
En el juego más importante de su vida, Irving respondió con creces.
Encestando disparos de todas partes, Irving igualó los 41 puntos de su compañero LeBron James para que los Cavaliers de Cleveland mantuvieran viva su temporada al vencer en el quinto juego de la Final 112-97 a los Warriors, que extrañaron al suspendido alero Draymond Green, y dejaron escapar su primera oportunidad de finalizar la serie y hacer historia con su segundo título consecutivo.
Irving no permitió que eso sucediera al brindar una actuación espectacular que cumplió con todas sus promesas y alcanzó todo su potencial.
«Es posiblemente una de las mejores actuaciones que haya visto en vivo», dijo James, quien junto a Irving conforma la única dupla de compañeros en anotar 40 puntos en un juego de finales en la historia.
A Green se le prohibió la entrada al Oracle Arena, por lo que se vio obligado a ver el juego en un palco en el vecino Oakland Coliseum, y sin su estelar alero, los Warriors sufrieron la ausencia de su jugador defensivo clave. Irving y James lo aprovecharon para desafiar la lógica y las predicciones y alargar la serie.
Irving, quien tuvo dos erráticos encuentros en los primeros duelos de la serie en el Oracle Arena, estuvo certero desde el comienzo del quinto partido. Encestó 17 de 24 disparos, incluyendo cinco de siete triples y varias acrobáticas bandejas.
El base de 24 años lució su mejor forma en el cuarto periodo, al robarle los reflectores a James y anotar 12 puntos, incluyendo 10 en un lapso de 1:57, para ayudar a que la serie regrese el jueves al Quicken Loans Arena de Ohio. Irving tal vez deba duplicar sus esfuerzos si los Cavs intentan obligar a un séptimo encuentro, y, tal vez, convertirse en el primer juego en reponerse de una desventaja de 3-1 en la Final.
«No estamos satisfechos», afirmó Irving. «Entendemos la magnitud del sexto juego en casa, y sabemos del increíble nivel al que van a jugar, y nosotros debemos ser incluso mejores.
Irving alcanzó un nivel en el quinto juego que solo había desplegado por brillantes momentos. Su habilidad única con el balón y su capacidad sin igual para abrirse paso entre la defensa, Irving hace cosas que ni siquiera los mejores bases de la NBA como Stephen Curry, Russell Westbrook y Chris Paul pueden duplicar. Ese es el Irving indefendible, el privilegiado.
Sin embargo, también está el Irving que abusa del manejo del balón, el que dispara muy a menudo, el que descansa en defensa y el que se olvida de sus compañeros.
La clave está en encontrar un equilibrio, y con la temporada de Cleveland contra la pared, lo encontró en su sexto juego de una Final. Desde luego ayuda cuando encesta sus disparos, como lo muestra su promedio de 35 puntos en los últimos tres juegos.
«Kyrie estuvo genial y me tuvo de cliente», dijo Thompson. «Encestó tiros complicados, pero no hay nada que pueda hacer al respecto. A veces uno levanta la mano y el balón pasa por el aro».
Este era el Irving que necesitaba Cleveland, el complemento perfecto a James, el que se vio obligado a hacerle frente a los Warriors el año pasado sin la ayuda de su estelar base, quien se lesionó en el primer juego de esa serie, y sin Kevin Love, quien sigue siendo una interrogante, especialmente luego de conseguir apenas dos puntos el lunes.
Por fortuna para los Cavaliers, la dupla de Irving y James entró en una sintonía nunca antes vista.