Llegó con una docena de rosas al Cementerio Cave Hilly se dirigió a un pedazo de césped en una esquina al fondo que parecía demasiado común para el hombre que estaba enterrado debajo.
Farzam Farrokhi estaba preocupado de que hubiese una muchedumbre el sábado por la mañana para ver la tumba de Muhammad Ali.
En cambio, se topó con algunos visitantes, todos respetuosos y en silencio. Todavía no había una placa para marcar el lugar. Tampoco nada que impidiese a los visitantes arrodillarse, rezar o besar la tumba.
El lugar hubiese sido idéntico a cualquier otro rectángulo de césped recién plantado, de no ser por las personas que tomaban fotos. Unos cuantos llegaron con flores, y alguien dejó un pequeño par de guantes de boxeo. Otro colocó una bandera musulmana al lado de la tumba.
Farrokhi, oriundo de Irán, manejó 12 horas desde su casa en Queens, Nueva York, para acudir al funeral de Ali. Indicó que estaba contento de que no hubiese multitudes, por lo que pudo sentarse en calma para reflexionar sobre la vida de El Más Grande, quien sufrió durante años de la enfermedad de Parkinson.
«No puedo imaginar un corazón como el de Ali, encerrado en un cuerpo en el que no puede hacer lo que quiere. Ahora puede ser libre», comentó. «Quizás ya está haciendo de las suyas en el más allá».
Ali fue enterrado el viernes en el histórico Cementerio Cave Hill de su ciudad natal.
El legendario boxeador eligió el lugar. Recorrió los senderos arbolados del cementerio, y eligió un lugar justo al frente de una zona con flores y una laguna
Para cumplir con la tradición musulmana, su placa será sencilla cuando sea instalada, y sólo tendrá una palabra: Ali.