Muhammad Ali fue sepultado el viernes en su ciudad natal, tras una jornada de homenajes que resultó semejante al carácter del propio boxeador seria en ocasiones, pero también colorida, divertida y cargada de mensajes políticos.
Ali recorrió por última vez las calles de la ciudad que lo adoró. La carroza que conducía su cadáver pasó frente a la pequeña casa color de rosa donde creció y el museo que lleva su nombre.
Mientras, cientos de dolientes a lo largo del camino elevaban sus puños y gritaban «¡Ali!, ¡Ali!» al ex campeón mundial de boxeo conocido simplemente como El Más Grande.
La carroza llevó el ataúd rojo cereza de Ali, cubierto con un tapiz islámico, hasta el Cementerio Cave Hill de Louisville en una larga fila de limosinas negras tras un recorrido de 30 kilómetros a través del bulevar Muhammad Ali.
Tras el sepelio, se realizó una ceremonia en memoria del púgil, de quien se recordó su valor, su carisma y sus contribuciones para romper las barreras raciales en Estados Unidos.
«Fue un relámpago creado por la Madre Naturaleza a partir de un aire ligero, una combinación de poder y belleza», destacó en su discurso el comediante Billy Crystal, quien hizo reír en varias ocasiones a los cerca de 15.000 asistentes.
La ceremonia de más de tres horas coronó un día entero de duelo en Louisville por Ali, tres veces monarca mundial de los pesados, quien falleció la semana pasada a los 74 años, tras una larga batalla con el Mal de Parkinson.
«Se levantó por él mismo y por nosotros, incluso cuando no era popular», dijo Ashia Powell, esperando el paso de la carrosa fúnebre en una barandilla debajo de una carretera interestatal.
Una ceremonia privada a un lado de la tumba se realizó por la tarde, antes del acto multitudinario en una arena deportiva llena de celebridades, atletas y políticos, incluidos el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, el senador Orrin Hatch, el cineasta Spike Lee, la ex estrella de la NFL Jim Brown, el actor Arnold Schwarzenegger, el famoso ex futbolista David Beckham, la comediante Whoopi Goldberg y el ex basquetbolista Kareem Abdul-Jabbar.
«Casi puedo oír a Muhammed que dice ‘bueno, por lo menos un presidente debería pronunciar un panegírico», dijo Clinton al público.
Cuando la ceremonia interreligiosa se puso en marcha en el KFC Yum! Center, la multitud de más de 15.000 personas empezó a aplaudir y gritar «¡Ali!, ¡Ali!», apenas el líder religioso musulmán daba la bienvenida a la audiencia en «la casa del campeón del pueblo».
Kevin Cosby, pastor de una iglesia de Louisville, comparó a Ali con personajes que rompieron las barreras raciales tales como Jesse Owens, Rosa Parks y Jackie Robinson.
«Antes de que James Brown dijera, ‘Soy negro y estoy orgulloso’, Muhammad Ali dijo, ‘Soy negro y soy lindo»’, afirmó Cosby. «Negros y lindos era una contradicción».
Agregó que el gran boxeador «se atrevió a afirmar el poder y capacidad de los afroestadounidenses» y les infundió un «sentido de ser alguien».
El ataúd fue cargado a la carroza fúnebre afuera de la funeraria mientras un grupo de portadores del féretro, que incluía a los ex campeones de boxeo Mike Tyson y Lennox Lewis, así como al actor Will Smith, esperaban en una fila junto con los nueve hijos de Ali, su esposa, dos de sus ex esposas y otros miembros de la familia.
Mientras la larga fila de limosinas negras pasaba rumbo al cementerio, los aficionados gritaban como espectadores de alguna pelea de Ali, paraban los autos, sostenían teléfonos y carteles, corrían al lado del carro fúnebre y se acercaban a tocarlo. Se lanzaron tantas flores al parabrisas que el conductor tuvo que retirar algunas para ver el camino. Otros se quedaron en silencio y observaban con reverencia el paso del campeón.
«Papa mí, fue una leyenda para esta ciudad y un ejemplo para la gente. Estoy feliz de ser parte de esta historia, de decirle adiós», dijo Takeisha Benedict, vistiendo una camiseta anaranjada con el mensaje «Soy Ali».
Ali eligió un cementerio que está en el Registro Nacional de Lugares Históricos, como su lugar de descanso final hace una década. Sus 130.000 tumbas representan un quién es quién de Kentucky, incluido el coronel Harland Sanders, fundador de Kentucky Fried Chicken.
El portavoz de la familia, Bob Gunnell, dijo que la lápida sencilla estará en consonancia con la tradición islámica.
Una ceremonia fúnebre tradicional musulmana se llevó a cabo el jueves, con un estimado de 6.000 admiradores que llegaron de todas partes del mundo para rendir homenaje.
El propio Ali decidió hace años que su funeral estaría abierto a los aficionados ordinarios, no sólo a celebridades. Como resultado, miles de boletos gratuitos estuvieron disponibles y se agotaron en menos de una hora.
Louisville está acostumbrada a ser el foco de atención cada mayo durante el Derby de Kentucky. Pero la muerte del tres veces campeón mundial de peso completo y embajador internacional de la justicia social representó uno de los mayores sucesos en la historia de la ciudad.
«Todos temíamos el fallecimiento del campeón, pero al mismo tiempo sabíamos que en última instancia llegaría», dijo el alcalde Greg Fischer. «Fue egoísta de nuestra parte pensar que podríamos tenerlo para siempre. Nuestra labor ahora, como ciudad, es despedirlo con la clase, dignidad y respeto que merece».
El presidente Barack Obama no pudo hacer el viaje debido a la graduación de la secundaria de su hija Malia.
Pero la asesora de la Casa Blanca, Valerie Jarrett, leyó una carta del presidente en la ceremonia. El documento destacó que Ali ayudó a dar a Obama la audacia para pensar que algún día podía ser mandatario.
«Muhammad Ali era Estados Unidos. Atrevido, desafiante, pionero, infatigable, siempre dispuesto a desafiar los pronósticos. Encarnaba nuestras libertades más fundamentales, de credo, de expresión y de espíritu», indicó Obama en su carta.
Tyson fue sumado a los portadores del féretro de último momento. Gunnell indicó que Tyson estaba molesto por la muerte de Ali y no estaba seguro si podría soportar encontrarse en el funeral, pero al final tomó un vuelo nocturno para ser parte de la ceremonia.