El centro financiero de Cleveland tiene más tráfico del habitual. Quedan pocas horas para que comience el Juego 3 de las Finales entre Golden State Warriors y los Cleveland Cavalier en el Quicken Loans Arena. Se trata de un encuentro en el que la urgencia en el conjunto de Ohio es evidente. El sentir en la ciudad es que con la serie 0-2 en contra, ya se antoja complicado que sean capaces de ganar cuatro partidos a los vigentes campeones.
De ponerse tres abajo, la situación estaría muy cerca de quedar vista para sentencia.
Los aficionados los saben. Son conscientes de que su equipo no ha sido capaz de dar la talla en los últimos siete partidos ante los Warriors, de los que tres fueron en su propio feudo y donde la diferencia total fue de 130 puntos con la suma de los siete resultados. Los Cavs no han logrado llegar a los 100 puntos en ninguno de ellos, mientras que los campeones en 2015 la superaron en seis ocasiones. La media de anotación por partido en esos últimos enfrentamientos es de 106.7 PPJ frente a 88.1 PPJ. En estas Finales la diferencia es de 33 puntos entre ambas citas. Hay muchas cosas que no están funcionando y tras la perder el campeonato en su hogar en el Juego 6 el año pasado, la fobia, el malestar y la impaciencia brillan por su presencia.
Las inmediaciones al estadio siempre son el indicativo de cómo late el corazón de la ciudad. Entre los pocos aficionados que ya disfrutaban en los bares, la mayoría gente de fuera de Cleveland, había un hueco para la esperanza.
Para ello, los Cavaliers tienen dos partidos por delante en los que necesitan poner la serie en tablas, lo contrario y con la ventaja de campo de los Warriors, continuarían los 52 años de sequía de campeonatos en todos los equipos de todas las disciplinas de Cleveland. Quizás haya espacio para pensar en que sucederá lo mejor. Mientras tanto, optimistas y pesimistas llenarán un estadio que será una olla a presión.