Tan famoso por sus goles estupendos como por su modestia inexistente, Zlatan Ibrahimovic puso fin a su estadía en el París Saint Germain con una frase nada menos que del general romano Julio César.
«Vine, vi y vencí», dijo el futbolista sueco, quien anotó dos goles en su último encuentro con el PSG, para que su conjunto consiguiera la Copa de Francia tras vencer 4-2 a Marsella en la final del sábado.
Seguramente le faltó algo para hacer semejante alarde.
Pese a su espectacular cosecha de goles 156 en 180 partidos incluidos 38 en esta temporada de liga y 50 en el año futbolístico Ibrahimovic no pudo ser el mariscal que condujera al PSG hacia conquistas inéditas en la Liga de Campeones de Europa.
En sus cuatro campañas con el club, el PSG jamás avanzó más allá de los cuartos de final en el certamen europeo. El desempeño arrollador en la liga local contrastó con la inconsistencia en el nivel continental.
El mes pasado, en la vuelta de los cuartos de final ante el Manchester City, Ibrahimovic desapareció. Malogró un penal en la ida, y optó más por la resignación que por un segundo esfuerzo cuando perdió balones. Mostró abatimiento e incluso indolencia en momentos en que las esperanzas europeas del club se desmoronaban.
La actuación para el olvido endureció las críticas, según las cuales, el astro no responde de manera positiva ante situaciones adversas.
Tras ese partido, cuestionó abiertamente las tácticas del entrenador Laurent Blanc. Aunque algunos de sus argumentos parecieron válidos, desatendieron el hecho de que el propio goleador tuvo un desempeño más bien mediocre.
Ibrahimovic ama los reflectores y fomenta las controversias. A los dirigentes del club les espetó que sólo permanecería en sus filas si reemplazaban la Torre Eiffel con su estatua.
Tampoco cayó muy bien entre los ex jugadores del equipo el que haya declarado, antes del cotejo con el City, que el PSG no existía antes de 2011, cuando QSI, el grupo de inversionistas cataríes, se apropió del equipo. Un año después, Ibrahimovic aterrizó en el club parisiense.
En marzo de 2015, fue cuestionado por un exabrupto en el que lanzó insultos y criticó la calidad de los árbitros en la liga francesa. Sus comentarios fueron captados por una cámara de la televisión francesa y, aunque el artillero se disculpó, dijo que los medios se habían entrometido en su privacidad.
Su relación con la prensa distó de ser cordial. Y ello fue evidente otra vez el sábado, cuando un reportero de la TV le pidió un mensaje de despedida en francés.
El futbolista respondió… en inglés.
«No hablé francés, y aun así gané todo», destacó.
Salvo por la Liga de Campeones, lo hizo. Con él, el PSG ganó cuatro campeonatos consecutivos en la liga. En dos campañas seguidas, acaparó el triplete de títulos, algo sin precedente en el fútbol francés.
Es el máximo goleador del club, rebasando los 109 tantos del portugués Pauleta. Sus 113 dianas lo colocan como el cinco delantero más productivo en la historia de la liga francesa. Su promedio de 0,93 goles por encuentro representa otro récord local.
«Fue una parte vital del proyecto del PSG, no sólo en la cancha, sino en términos de su carisma», afirmó Blanc, quien llegó al mismo tiempo que Ibrahimovic. «Rara vez he visto a alguien competir como él».
Se rumora que Manchester United y varios equipos de la MLS estadounidense están interesados en Ibrahimovic. Y Blanc tendrá la complicada misión de reemplazarlo.