El Barcelona, vigente monarca europeo, buscará olvidar los recientes descalabros en la liga española cuando visite el miércoles al rocoso Atlético de Madrid, que el miércoles tendrá ocasión de destronar al cuadro azulgrana en el partido de vuelta por los cuartos de final de la Liga de Campeones.
Hace justo una semana, el Barsa se impuso por 2-1 en la ida disputada en feudo catalán, un accidentado partido en que se puso por delante el Atlético con gol de Fernando Torres, posteriormente expulsado y espectador de lujo de la remontada local, que capitaneó el uruguayo Luis Suárez con dos tantos de pura raza.
Los madrileños clamaron al cielo por las dos tarjetas amarillas mostradas a su goleador, que consideraron rigurosas, y en la previa de la vuelta apelan a su pasional hinchada para lograr la proeza de voltear la eliminatoria ante un Barsa que solo se ha ausentado en una de las pasadas ocho semifinales continentales.
Fue en 2014, la última vez que las alcanzó el Atlético tras eliminar precisamente en cuartos al equipo catalán. Los «colchoneros» perderían luego la final en la prórroga contra el acérrimo rival y vecino Real Madrid, una derrota que provocó una herida todavía por cicatrizar.
El equipo que dirige el argentino Diego Simeone ansia otra oportunidad de proclamarse campeón e intentará, a su vez, hurgar en los males del Barsa, que vive su peor momento de la temporada tras caer el pasado sábado por 1-0 ante la Real Sociedad en la liga española.
Todavía líder del campeonato doméstico con 76 puntos en las 32 fechas disputadas, el cuadro de Luis Enrique depende de sí mismo para revalidar también su título español, aunque ha perdido buena parte del colchón que ostentaba hace apenas dos semanas, cuando se distanciaba en nueve puntos del escolta Atlético.
La derrota en cancha de la Real, a la que precedió otra de local ante el Madrid en el clásico, dejó al Barsa con poco margen de error: apenas tres puntos le separan ya del Atlético, y cuatro del rival «merengue», que clasifica tercero.
Caer en la Champions supondría un duro revés para el vigente campeón, que ha visto apagarse de forma preocupante la estela del tridente ofensivo que forman el astro argentino Lionel Messi, el brasileño Neymar y Suárez, máximo realizador del equipo con 45 tantos en todas las competencias.
Entre los tres suman 109 goles en la temporada, aunque el charrúa no jugó por sanción el sábado ante la Real, cuando Messi hilvanó sorpresivamente su cuarto cotejo sin marcar, y Neymar evidenció nuevamente su mal momento.
El brasileño, que inició el curso con 14 tantos en 14 fechas, apenas ha celebrado siete en sus últimos 14 encuentros ligueros, mientras que Messi se ha quedado sorpresivamente anclado en 499 goles oficiales con el Barsa y la selección argentina.
El Atlético, con su poderosa defensa e imponente arquero, Jan Oblak, no se antoja un rival propicio para las goleadas, aunque el tridente parece haberle tomado la medida al cuadro de Simeone, pues totaliza 13 de los 14 últimos goles registrados por el Barsa frente a los «colchoneros», bajo el timón de Luis Enrique.
El técnico asturiano cuenta por victorias sus siete enfrentamientos con Simeone, que anda pendiente de recuperar al central uruguayo José Giménez, ausente en la ida por problemas musculares. Sin Torres, sancionado, los argentinos Luciano Vietto y Angel Correa se disputan un puesto en el once junto a Antoine Griezmann, el gran referente ofensivo del Atlético, con 27 goles en la temporada.
El alemán Marc-André ter Stegen tomara el relevo del chileno Claudio Bravo en el arco del Barsa, que ha permitido al menos un gol en sus últimos cinco partidos. Ese es solo uno de los problemas que preocupan a Luis Enrique, igualmente desconcertado por el rendimiento de los mediocampistas, donde Arda Turan, ex del Atlético, no acaba de cuajar.
En su desmejorada versión, el Barsa apenas recuerda al equipo que hilvanó 39 partidos invicto en todas las competiciones esta misma temporada, pero recupera para la causa a Suárez, especialista en desencallar situaciones comprometidas, como demostró en la ida.
El Atlético, a su vez, se revela el mejor espejo para exhibir las actuales carencias del vigente campeón, en un duelo sin margen de error ni retorno para el perdedor.