Gianni Infantino es como uno de esos suplentes que ingresan al terreno en las postrimerías del partido y anotan un gol con el que su equipo le gana una final al favorito.
Cuando Infantino subió el viernes al escenario para aceptar la presidencia de la FIFA, sabía que ese lugar debió haberlo ocupado Michel Platini.
Si el astro francés no le hubiese cobrado a la FIFA en el 2011 los dos millones de dólares por servicios prestados años atrás y no hubiese sido suspendido bajo sospecha de irregularidades, el ex capitán de la selección francesa sería seguramente hoy el nuevo líder de la FIFA, no Infantino.
El dirigente suizo-italiano sorprendió al mundo del fútbol al derrotar 115-88 al jeque Salman en la segunda ronda. El príncipe Alí recibió cuatro y Jerome Champagne ninguno.
Infantino, secretario general de la UEFA y fanático del Inter de Milán, de 45 años, era más conocido por dirigir los sorteos de la Liga de Campeones. Ahora será el responsable de manejar el fútbol mundial.
Hereda una FIFA con la reputación por el suelo tras la gestión de Joseph Blatter, marcada por denuncias de corrupción que derivaron en el arresto o enjuiciamiento de numerosos altos dirigentes.
Infantino declaró a la Associated Press esta semana que ser presidente de la FIFA era su «destino», usando el lenguaje que empleaba Platini antes de ser marginado del deporte.
Su carrera cambió de rumbo en septiembre, cuando la policía suiza irrumpió en la sede de la FIFA para interrogar a Blatter y a Platini sobre el pago de 2011.
Tras la suspensión de Platini, Infantino pasó a ser el Plan B de Europa. Pero las cosas se complicaron cuando el jeque Salman, quien apoyaba a Platini, entró en la contienda.
A lo largo de la campaña Infantino no ocultó el cariño que le tiene a Platini y los dos se mantuvieron en contacto.
Infantino adoptó una de las principales propuestas de Platini: la de ampliar la Copa Mundial de 32 a 40 equipos. También prometió aumentar los aportes de la FIFA a sus 209 asociaciones.
El jeque Salman sostuvo que Infantino dejará en bancarrota a la FIFA, que tiene un déficit de 550 millones de dólares en el ciclo de 2015-2018.
El candidato europeo, no obstante, destacó su experiencia en el timón de la UEFA durante la crisis financiera mundial, señalando que había aumentado sus ingresos en ese período.
Infantino tiene que recuperar los patrocinadores que le dieron la espalda a la FIFA, la cual encara numerosos problemas legales que se llevarán buena parte de sus reservas, que giran en torno a los 1.400 millones de dólares.
Habrá que ver cómo se adapta Infantino a su nueva vida en Zúrich, donde la FIFA tiene su sede.
Sobre todo si descubre que como jefe de la UEFA tenía más poder que en la nueva FIFA, tras la aprobación el viernes de una serie de reformas tendientes a promover la transparencia de sus manejos y que redujeron los poderes del presidente.
«El papel del presidente será estratégico, de embajador, no ejecutivo», dijo la FIFA.
Abogado de profesión, Infantino fue secretario general del Centro Internacional de Estudios Deportivos antes de unirse a la UEFA en el 2000.
El fútbol es un elemento central en la vida de Infantino, quien conoció a su esposa cuando ella trabajaba con la federación libanesa de balompié. Tienen cuatro hijos.
Ahora Infantino está en la cima del fútbol mundial, en un puesto que jamás soñó tener hasta hace cinco meses, en que lo llamaron del banco para rescatar a su equipo.