Tres dominaron desde el montículo, el otro brilló en tres posiciones distintas. Juntos, los lanzadores Pedro Martínez, Randy Johnson, John Smoltz y el infielder Craig Biggio dejaron su huella en el béisbol.
Todos jugaron en una era manchada por los esteroides y dominada por los bates, en buena medida gracias a toleteros inflados químicamente, una zona de strike más selectiva y parques más pequeños. De todas formas, el trío de lanzadores se combinó para sumar 735 triunfos, 11.113 ponches y nueve premios Cy Young. Biggio, por su parte, se convirtió en el único jugador en la historia del béisbol con al menos 3.000 hits, 600 dobles, 400 bases robadas y 250 jonrones, al tiempo que jugó cuatro posiciones en 20 años.
Los cuatros, elegidos en enero para ingresar al Salón de la Fama, serán exaltados el domingo en Cooperstown.
«No estoy a favor de que nadie haga trampa en este deporte», dijo Martínez, quien se une a Juan Marichal (1983) como los únicos dominicanos en el Salón de la Fama. «¿Cómo me siento por haber lanzado en la era de los esteroides? No lo hubiese querido de ninguna otra manera. No voy a llorar por eso. En cuanto a la forma en que yo competí, sé que lo hice de la manera correcta».
Johnson, Martínez y Smoltz fueron elegidos por amplios márgenes la primera vez que aparecieron en la papeleta, y son el primer trío de lanzadores que entran juntos al salón de los inmortales del béisbol. Biggio ingresó en su tercer intento.
Johnson, un gigante de dos metros de estatura, era una figura imponente en el montículo. En una carrera que duró 22 años, su mayoría con los Marineros de Seattle y Diamondbacks de Arizona, el zurdo con una recta explosiva ganó 303 partidos y cinco premios Cy Young, incluyendo cuatro consecutivos entre 1999 y 2002 con los Diamondbacks.
Elegido 10 veces al Juego de Estrellas, el oriundo de Walnut Creek, California, fue líder de su liga en ponches en nueve ocasiones, y sumó 4.875 en su carrera, la segunda máxima cifra en la historia detrás de Nolan Ryan. En 2001, Johnson tuvo marca de 3-0 en la Serie Mundial para ayudar a Arizona a conquistar el título, apenas en su cuarto año de existencia. Recibió el 97,3% de los votos para ser exaltado, la octava máxima cantidad.
De todas formas, el pitcher conocido como «Big Unit» necesitó algo de tiempo para aprender a dominar.
«Los 10 años que estuve en Seattle realmente fueron como mi formación, si se puede decir, para aprender a lanzar y luego convertirme en el pitcher que me convertiría», dijo Johnson. «Estaba conociéndome como un pitcher exitoso y pudiendo controlar mi recta, y entendiendo lo que se necesitaba para lanzar a este nivel».
«No sabía que iba a ser ni la mitad de lo bueno que terminé siendo», agregó Johnson, quien fue operado tres veces de la espalda, cuatro de las rodillas y lanzó su última temporada en 2009 con una rotura del manguito rotador.
Nacido a las afueras de Santo Domingo, Martínez creció con cinco hermanos y hermanas en una casa de una habitación. El béisbol fue su forma de salir adelante. En 1988 firmó con los Dodgers y debutó en las mayores en septiembre de 1992, a los 20 años. La próxima campaña estuvo en el bullpen y tuvo récord de 10-5 en 65 partidos, con 119 ponches en 107 innings. Después de esa temporada fue canjeado a Montreal.
Después de cuatro años con los Expos, que culminaron con su primer Cy Young (17-8, 1.90 efectividad en 1997), y cerca de convertirse en agente libre, Montreal canjeó a su as a Boston. Martínez no quedó contento con esa transacción.
«Quería un equipo que me diera la oportunidad de ganar, y Boston no era un equipo que pareciera ni remotamente listo para ganar, así que pensé que no iba a firmar», recordó Martínez.
El gerente general de Boston, Dan Duquette, tenía otros planes. El mismo hombre que adquirió a Martínez para los Expos convenció al derecho dominicano de firmar con los Medias Rojas.
El primer pitcher de los Medias Rojas en ser exaltado a Coopertown, Martínez estuvo siete temporadas en Boston, en las que se convirtió en todo un ídolo de sus fanáticos. Ganó 117 partidos y dos Cy Young con ese uniforme, y ayudó al equipo a conquistar en 2004 su primera Serie Mundial en 86 años.
Martínez lanzó siete entradas en blanco en el tercer partido de la Serie Mundial de 2004, como visitante en San Luis, para dar a los Medias Rojas ventaja de 3-0 en la serie, que luego barrieron.
Martínez terminó su carrera de 18 años con marca de 219-100 y 3.154 ponches.
Smoltz es el primer jugador exaltado al Salón de la Fama que fue sometido a una cirugía Tommy John. Ganó 213 partidos y salvó 154, el único lanzador con 200 triunfos y 150 rescates, y el último de apenas 16 que superaron los 3.000 ponches (3.084). También tuvo marca de 15-4 en la postemporada, en 21 años que pasó mayormente con los Bravos de Atlanta.
El derecho salió adelante a pesar de ser sometido a cinco cirugías, y pasó de ser abridor a cerrador y nuevamente abridor. Fue parte de una rotación de los Bravos que incluía a otros dos miembros del Salón de la Fama, Greg Maddux y Tom Glavine.
«Tuve que reinventarme muchas veces, y buscar maneras para salir adelante», dijo Smoltz, quien no jugó en 2000 tras ser operado para reconstruirle el codo derecho.
Oriundo de Kings Park en Long Island, Nueva York, Biggio fue una estrella de fútbol americano en la secundaria que tenía destinado ser un running back en la universidad, cuando decidió aceptar una beca parcial para jugar béisbol en Seton Hall.
En tres temporadas universitarias, bateó .342, con 27 jonrones, 148 remolcadas y 90 bases robadas. Seleccionado por los Astros en la primera ronda del draft de 1987, Biggio jugó sólo 141 partidos en las menores antes de ser ascendido, y en 1989 se convirtió en el cátcher titular del equipo.
Dos años después fue elegido a su primer Juego de Estrellas, y luego le pidieron que se cambiara a la segunda base en 1992 para alargar su carrera. Jugó los 162 partidos esa campaña y fue elegido a su segundo Juego de Estrellas.
Biggio, el primer jugador de los Astros que llega a Cooperstown, dijo que realizar ese cambio fue lo más difícil que hizo en su carrera.
«Guardé el uniforme de cátcher y nunca volví a pensar en eso», dijo Biggio. «Creía en mi talento y lo logré. O sea, nunca se había hecho en la historia del béisbol, y fue divertido demostrarle (a los detractores) que estaban equivocados».
COOPERSTOWN, Nueva York, EE.UU.