El futuro que se le auguraba a Neymar ya es presente. La segunda temporada del brasileño en Barcelona fue la de su consagración futbolística como una de las grandes estrellas del fútbol, pese a todo el ruido extradeportivo de las supuestas irregularidades fiscales en su traspaso.
La sociedad ofensiva que ha formado con Lionel Messi y Luis Suárez es la más goleadora de Europa. A nivel individual, Neymar ha brillado con goles decisivos en los partidos más importantes. La final de la Liga de Campeones el sábado en Berlín es un paso más en su carrera meteórica.
«Estoy muy feliz y contento por todo», dijo Neymar tras ganar la Copa del Rey. «Creo que el partido ante la Juventus será más difícil de la temporada, pero quiero hacer historia y estamos muy cerca».
Si gana la Copa de Europa y el triplete, prometió teñirse de rubio.
Neymar, de 23 años, fue otro de los jugadores del Barcelona que llegó tocado del Mundial de Brasil. Una vértebra rota por el rodillazo del colombiano Camilo Zúñiga y el honor descosido por el humillante revés 7-1 ante Alemania, del que se libró precisamente por la lesión. La relación con su nuevo técnico Luis Enrique tampoco empezó de la mejor manera.
Neymar era constantemente sustituido y era difícil verle acabar un partido completo. Los gestos de contrariedad del brasileño cada vez que veía su dorsal en la tablilla del cuarto árbitro hablaban de su malestar. En mitad de todo aquel embrollo deportivo, el llamado caso Neymar sacó a la luz pública los millonarios contratos firmados entre el Barsa y su padre. El club, su ex presidente Sandro Rosell y el actual mandatario Josep María Bartomeu están a la espera de juicio por delitos de fraude fiscal por su traspaso desde el Santos.
Neymar se aisló para concentrarse en lo que mejor sabe hacer: jugar al fútbol. La actitud del brasileño y del equipo dio un giro de 180 grados después de la derrota contra la Real Sociedad en enero. Luis Enrique sentó a Neymar y Messi en el banquillo. La revolución posterior dio paso a un Barcelona letal.
Neymar ha hecho de la banda izquierda su territorio. Regate, desborde, mucho acierto y una gran movilidad ofensiva con sus compañeros Messi y Suárez. Suma 38 goles en todas las competiciones. Fue sido el máximo artillero de la Copa del Rey, con siete dianas, y es el segundo goleador de la Liga de Campeones con nueve tantos, sólo uno por detrás de Messi.
Pero es que Neymar ha aparecido en los momentos decisivos de la temporada, donde las grandes estrellas marcan la diferencia. Anotó tres de los cinco goles del Barcelona en la semifinal europea contra el Bayern Munich. También marcó en la final de Copa del Rey contra el Athletic de Bilbao.
«Es un jugador de una calidad incuestionable», dijo Luis Enrique. «Tiene ambición y sabe desbordar. El año pasado ya hizo un buen primer año. Mi misión es que rinda más, como todos los jugadores».
Neymar fue muy criticado por un regate de sombrero que intentó con la final de Copa ya sentenciada. El brasileño se defendió diciendo que su tipo de juego es así y no iba a cambiarlo ahora. Pero incluso sus compañeros y su entrenador le recordaron que hay momentos y momentos para ciertos malabarismos.
«La acción es incorrecta. Si yo fuera del Athletic hubiera reaccionado igual o peor», señaló Luis Enrique. «En Brasil es normal, pero aquí está mal visto. Intentaremos corregirlo en el futuro».
La progresión de Neymar sigue quemando etapas a velocidad de vértigo. La victoria en la Liga de Campeones sería el colofón más brillante para el jugador en el que Brasil tiene depositadas todas sus esperanzas. El Barcelona invirtió en Neymar como una estrella de futuro. El brasileño siempre ha respetado la jerarquía de Messi y se ha mostrado humilde en sus aspiraciones. Pero el futuro que soñó el club está a la vuelta de la esquina.
«Tenemos a Leo (Messi) que es el mejor jugador del mundo y tenemos a Neymar que es el futuro mejor jugador del mundo», dijo Suárez. «El ambiente es espectacular. Ninguno se cree mejor que el otro».
MADRID (AP)