Cuando se han cumplido casi tres semanas de temporada, los Mets de Nueva York son dueños de la mejor marca en las Grandes Ligas y también igualaron el despegue de año más exitoso de su historia.
Pero los Mets no son los Mets sin que una obstinada aura fatalista esté haciéndoles cerco, siempre en guardia para una inevitable desgracia y la incredulidad de propios y extraños.
A lo largo de su racha de su victorias, todas menos una en casa, Nueva York enfrentó a una mayoría de abridores de modesto perfil, brazos como Jerome Williams, Aaron Harang y Eric Stults. Julio Teherán fue la salvedad, y el colombiano que fue seleccionado para el pasado Juego de Estrellas actualmente tiene efectividad de 4.64.
La calidad de los primeros rivales de los Mets es la carnada para dudar sobre si este minúsculo tramo dentro de una temporada a 162 juegos y con cinco meses por delante es un mero espejismo.
Guste o no, se supone que los equipos buenos le tienen que ganar a los malos. Y esta es una asignatura que el equipo del manager Terry Collins ha cumplido a cabalidad tras los primeros desafíos dentro de su división, una que a todas luces parece perfilarse a cuestión de dos.
NUEVA YORK (AP)