El biólogo marino francés Emenrik Benhalassa durante una expedición nocturna en aguas cerca de la costa de Indonesia ha logrado captar un espécimen de una familia de peces de aguas profundas desconocida. La criatura ha atraído la atención del científico, ya que, a diferencia de otras especies de este tipo, se movía por el fondo marino a través de unas extrañas excrecencias que se asemejan a patas de araña.
Los especialistas oceanógrafos estudiaron el video, publicado luego por 'National Geographic', y han llegado a la conclusión de que el pez utiliza como "patas" sus aletas pectorales inferiores. Ellas ayudan a la criatura no solo para caminar por el fondo del mar, sino también a explorarlo de manera más efectiva para encontrar comida.
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Los investigadores aún no han logrado identificar con precisión a este "peatón marino", pero familiares más cercanos podrían ser los actinopterigios de la subespecie stingfish.
Estos peces son carnívoros, pero se alimentan principalmente de crustáceos. La mayoría de las especies viven en el fondo marino y en el agua poco profunda, pero hay especies de aguas profundas.
Más de 30 ejemplares de guacamayo de Lear nacen en zoo de España
Más de 30 ejemplares de guacamayo de Lear, una especie en peligro de extinción del norte de Brasil, han nacido desde 2006 en un zoológico de la isla española de Tenerife, en el archipiélago atlántico de las Canarias.
El Gobierno brasileño había mandado una pareja para fomentar la reproducción en el zoo, y nueve de las aves nacidas desde entonces fueron enviadas a Brasil, informó este miércoles Loro Parque en un comunicado.
Para lograr la reproducción fueron fundamentales la aclimatación de la especie, la imitación de las rocas de Brasil donde viven las aves, las condiciones atmosféricas de la isla y la utilización de semillas de palmera que consumen en la naturaleza, el licuri.
Según Loro Parque, las crías de guacamayo de Lear son capturadas para el comercio ilegal, mientras que los agricultores persiguen a los ejemplares adultos porque picotean el maíz.
Su hábitat está cada vez más degradado por el creciente uso de la tierra para el ganado, y también por la recolección indiscriminada de las hojas y frutos de la palmera de licuri.