Cientos de personas entre familiares, políticos y diplomáticos participaban el lunes en el entierro del salvadoreño expresidente Francisco Flores que inició con una misa de cuerpo presente donde el paso estaba restringido. La caravana fúnebre partió del Complejo Funerario Santa Elena custodiada por la policía que le abrió paso hasta el templo ubicado en la zona oeste de la capital.
Al ingresar a la basílica su esposa Lourdes de Flores, sus hijos Gabriela y Juan Marcos y sus familiares más cercanos custodiaron el féretro color café cubierto con la bandera de El Salvador.
La Unidad del Mantenimiento del Orden, una fuerza de la policía nacional civil, se encargó de la seguridad del evento y no permitió el ingreso de cámaras de video y fotográficas, como había pedido la familia.
El expresidente, que murió la noche del sábado, había sido trasladado de emergencia a un hospital privado donde fue operado para desbloquearle una arteria obstruida y cayó en coma. Los especialistas le habían diagnosticado un daño cerebral irreversible. Tenía 56 años.
Francisco Flores padecía una trombosis en una de sus piernas y fue hospitalizado por primera vez el 30 de octubre de 2014. El 22 de diciembre de 2015 volvió a ser hospitalizado de urgencia por una hemorragia interna.