Washington impidió que Seúl lanzara un ataque aéreo contra Corea del Norte, asegura el exsecretario de Defensa de EE.UU., Robert Gates, en las memorias que acaba de publicar. Corea del Sur se niega a hacer comentarios al respecto.
El incidente se remonta a noviembre de 2010, cuando las tropas norcoreanas abrieron fuego de artillería contra la isla fronteriza surcoreana de Yeonpyeong, en el Mar Amarillo.
Medio año antes tuvo lugar otra supuesta agresión contra Seúl: el hundimiento de una corbeta surcoreana que el país atribuyó a un ataque de torpedos desde un submarino norcoreano. La respuesta planeada inicialmente por Seúl fue «desproporcionalmente agresiva», escribe Gates.
Según comenta el exsecretario de Defensa de EE.UU., Seúl tenía programada la participación tanto de aviones como de artillería en el ataque. Washington se mostró muy preocupado de que el intercambio de fuego pudiera desembocar en una escalada peligrosa, confiesa Gates, que detalla cómo a lo largo de varios días el presidente Barack Obama, la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, y él realizaron un gran número de llamas telefónicas a sus homólogos surcoreanos intentando calmar los ánimos.
Gates también revela que China, el mayor socio de Corea del Norte, hizo por su parte todo lo posible para convencer a Pyongyang de que rebajara la tensión. Finalmente, la respuesta de Seúl se limitó a responder con fuego de artillería a las baterías norcoreanas que habían desencadenado la crisis, puntualiza el exjefe del Pentágono.
Corea del Sur, por su parte, se negó a confirmar la versión estadounidense de lo sucedido. «No tenemos ningunos comentarios», insistió un portavoz militar ante la agencia de noticias AFP.