Francisco preocupado frente a «una guerra mundial por el agua»

El papa Francisco manifestó su temor ante "una guerra mundial por el agua" tras defender este viernes durante una conferencia internacional en el Vaticano "el derecho de toda persona a acceder a agua segura y potable", dijo.

Durante su intervención, ante los invitados a una conferencia internacional organizada por la Academia Pontificia de las Ciencias, el Papa mencionó las cifras proporcionadas por las Naciones Unidas sobre las enfermedades relacionadas con el agua no potable.

"Yo me pregunto si en medio de esta tercera guerra mundial a pedazos que estamos viviendo no estamos en camino hacia la gran guerra mundial por el agua", se interrogó el pontífice.

La posesión del agua se está convirtiendo en causa de conflictos en numerosos países, en particular en aquellos en que escasea o se agota.

En América Latina la guerra por el agua de los ríos ha sido objeto de procesos penales y en Europa se ha privatizado en muchos países el servicio de distribución de agua.

Considerada como una tragedia humanitaria en el cuerno de África, la escasez de agua está azotando Sudán del Sur, donde la hambruna por sequía está diezmando a la población.

"El derecho al agua es determinante para la sobrevivencia de las personas y decide el futuro de la humanidad", aseguró el pontífice.

El jefe de la Iglesia Católica, sumamente sensible a los temas ecológicos y a la defensa del medio ambiente, citó varias veces datos y cifras de Naciones Unidas.

"Estoy conmovido", dijo al saber que "1.000 niños mueren cada día" por la escasez de agua, mientras que millones de personas están condenados por las sequías en África. 

"Tenemos que detener y revertir esa tendencia", instó el pontífice, que pidió a la comunidad internacional que impulse campañas para que se defienda el acceso al agua.

Francisco invitó a desarrollar lo que llamó una "cultura del encuentro" que una "todas las fuerzas", científicos, empresarios y políticos, por "esa causa común", dijo.

El pontífice urgió a los Estados a "adoptar medidas concretas", comprometiéndose a favor de las resoluciones de las Naciones Unidas aprobadas en 2010 sobre el derecho del ser humano a agua segura y potable.