Ahora que un año más está por terminar, es una tradición para muchas personas el crearse propósitos o metas para cumplir en el próximo año. La mayoría de estos propósitos van enfocadas a deseos o retos personales, que nos planteamos como una manera de continuar creciendo y ser mejores personas. Cuando nos convertimos en padres y madres, estos propósitos incluyen ahora algo relacionado con nuestra crianza y nuestros hijos.
Hace un año te compartía mis siete propósitos como madre para este 2017 que está a punto de decirnos adiós, así que hoy me gustaría hacer un análisis acerca de ellos, para ver en cuáles obtuve avance y en cuáles necesito continuar trabajando.
¿Por qué hacer un recuento?
En estas fechas, lo más común es ver hacia el futuro, con esperanza y miles de planes para el año que está por comenzar. Pero creo también, que es un buen momento para hacer un resumen y un análisis de lo vivido en este año, de las lecciones que aprendimos, los errores que cometimos y las cosas en las que podemos mejorar.
Al hacer un recuento de nuestros propósitos, podremos continuar trabajando en ellos, pues muchas veces por diversas situaciones, nos resulta difícil cumplirlos, pero el hecho de que termine un año, no quiere decir que no se haya aprendido nada y podemos tomar ese mismo aprendizaje como un impulso para seguir adelante el próximo año.
Mis siete propósitos como madre
Cuando nos convertimos en madre y padres, tenemos una gran fuerza que nos motiva: nuestros hijos. Gracias a ellos no sólo podemos mejorar algunos aspectos de nuestras vidas, sino que además recibimos lecciones de ellos. Ahora te comparto cuáles fueron mis siete propósitos y de los cuales seguramente compartiremos alguno si eres madre.
1. Dedicar más tiempo de calidad a mi hija
Creo que muchos nos identificaremos con esto. El ritmo de vida actual muchas veces requiere que ambos padres trabajen y el tiempo que se pasa con los hijos es algo reducido. Hace un año, mi hija no iba a la escuela, yo trabajaba desde casa y la verdad… era un caos total. Por más que intentaba organizarme no lo lograba y muchas veces terminaba trabajando con ella sentada en mis piernas o haciendo avances de 20 minutos cada hora, sin enfocarme al 100% en una de las dos cosas.
Yo me resistía a meter a mi hija en la escuela, sentía que estaba muy pequeña y no quería perderme un momento de su día. Ahora tiene tres años y medio, y debo decir que el que haya entrado a preescolar desde el primer grado (sólo el tercero es obligatorio en México) nos ayudó a encontrar ese equilibrio que tanto buscábamos. Ahora cuando voy por ella a la escuela, mis tardes son exclusivamente para estar juntas. Procuro que cuando estoy con ella sea cero trabajo, cero pendientes. Desde luego, aún puedo mejorar y seguiré buscando hacerlo, pero creo que este propósito sí lo he cumplido.
2. Aprender con y de mi hija
Este es uno de esos propósitos que son parte integral de ser padres. Siempre pensamos que somos nosotros quienes les enseñaremos a ellos todo lo que hay que saber, pero menuda sorpresa nos llevamos cuando ellos nos dejan valiosas lecciones de vida.
Por ejemplo, este año mi hija me recordó que de mi actitud dependerá mi día, que las cosas muchas veces tienen una solución simple y práctica, y que debo disfrutar más el momento, así como reírme sin reservas. Sé que aún hay mucho que aprender de ella y estoy lista para seguirlo haciendo.
3. Escuchar atentamente lo que mi hija piensa y siente
Mi tercer propósito comenzó a ser fácil cuando Lucía entró a la escuela. Al tener un horario definido para trabajar libremente, me resultó más fácil estar enfocada en lo que ella necesitaba. Además, a principios de este año por fin se soltó hablando y ahora fácilmente me dice lo que siente y tenemos conversaciones de todos los temas que se nos ocurren.
4. Ser más paciente
Uff, la paciencia. Esa que todos los padres rogamos al cielo nos envíe más y más cada día. Seré muy sincera: no he mejorado mucho en esto, especialmente me ha costado trabajo los últimos meses, pues entramos a una etapa un poco difícil de berrinches y a veces me cuesta mantener la calma. Definitivamente es un propósito en el que necesito enfocar mis energías y seguir trabajando, pues siendo madre, la paciencia es algo que siempre deberé tener.
5. Evitar gritos y regaños
Este va de la mano con ser más paciente y aunque no lo he logrado en su totalidad, hago lo posible por no gritarle, pues no es así como ella aprenderá a hacer las cosas. A pesar de que he encontrado algunas herramientas para no caer en esto, necesito seguir trabajando en ello.
6. Aprender a amar mi cuerpo
Hace un tiempo compartimos un estudio que decía que tener hijos podría reducir la autoestima de las mujeres hasta por tres años, y curiosamente, este año Lucía llegó a su tercer cumpleaños y por fin volví a sentir que recuperaba mi identidad y mi cuerpo, después de haber pasado por una increíble transformación al convertirme en madre.
Honestamente aún no llego a esa etapa de "amar" mi cuerpo tal y como es, pero me encuentro trabajando en cuidarlo más y enfocarme en todo lo maravilloso que es capaz de hacer, en lugar de ver sus imperfecciones.
7. No olvidarme de mí
A la par de recuperar mi identidad, volví a retomar muchos intereses que tenía antes de ser madre. Es verdad que el tiempo no es algo que nos sobre al tener hijos, pero sí es muy importante apartar pequeños momentos en el día para dedicarnos un tiempo a nosotras. Poco a poco voy haciendo nuevamente cosas por mí y para mí, claro está, sin descuidar mi responsabilidad como mamá.