La publicación especializada Journal of Emergence Medicine, recoge el caso de un paciente que llegó al John H. Stroger Jr. Hospital of Cook County de Chicago, con una dolorosa infección bajo el labio inferior. Todo había comenzado después de que el hombre se hubiera reventado una espinilla utilizando… ¡una herramienta de carpintería!
Los médicos diagnosticaron que el hombre padecía blastomicosis, una infección que se produce al inhalar las esporas de un hongo llamado Blastomyces dermatitidis, que está presente en la madera en descomposición.
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Aunque infectarse por la vía cutánea es posible, también es algo muy poco común, y hasta la fecha solo había 50 casos descritos en la literatura médica. Los médicos que trataron al paciente consideran que se infectó por utilizar el instrumental de carpintero para reventarse la espinilla.
Y, aunque no es frecuente que la gente recurra a métodos tan drásticos para reventarse un grano de la cara, lo cierto es que esa acción aparentemente inofensiva puede acarrear riesgos (en ocasiones graves) para la salud.
En Quo nos pusimos en contacto con Paloma Borregón, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología, quien nos explicó que: "Cuando de pequeños nos decían que no nos tocásemos los granos, lo cierto es que tenían razón", nos cuenta. "La piel está llena de bacterias y al reventar un grano o una espinilla estamos provocando una pequeña herida, que para ellas es una vía de entrada".
Según la especialista, el peligro de que quede una pequeña cicatriz por reventarse los granos, está siempre latente. Pero el de sufrir una infección que tenga consecuencias más graves tampoco hay que desecharlo. "La zona más vulnerable es la que se encuentra entre los lados de la boca y el puente de la nariz", nos cuenta refiriéndose a un área del rostro que suele conocerse popularmente como el triángulo de la muerte.
"En esa zona", explica la especialista, "las vías de drenaje del rostro comunican directamente con el sistema nervioso, y una infección podría tener consecuencias muy graves. No es algo que suela ocurrir con frecuencia, pero ese peligro si que existe. Antiguamente, había gente que incluso fallecía por la infección de un absceso en esa zona, aunque hoy en día gracias a los antibióticos es muy difícil que llegue a suceder algo así".