Llevas tiempo a dieta pero no consigues perder peso. Has probado de todo, desde comer verduritas, carne blanca a la plancha, beber dos litros de agua… e, incluso, ir al gimnasio. Si crees que lo has hecho todo bien, igual tu problema está en los niveles de cortisol.
Cuando se trata de adelgazar, solemos caer en el error de pensar que bajar números en la báscula es fácil si contamos calorías y hacemos ejercicio. Así lo revela la nutricionista australiana Jessica Spendlove, quien revela en 'Femail' las cuatro razones por las que no estás perdiendo peso.
1) Tus niveles de cortisol son muy altos
El cortisol, conocido como "la hormona del estrés", es esencialmente la respuesta de "lucha o huida" a situaciones que consideramos peligrosas. Aunque es normal tener ciertos niveles de cortisol en el cuerpo, Spendlove advierte de que tener una cantidad excesivamente alta puede causar problemas como irritabilidad, depresión y aumento de peso, entre otras.
"El cortisol es secretado por las glándulas suprarrenales como respuesta al estrés. Tener niveles elevados de esta hormona puede provocar niveles altos de azúcar en la sangre, lo que conducirá irremediablemente a un aumento de peso", apunta.
Para controlarlo y que no se dispare, los dietistas suelen recomendar una dieta predominantemente integral y antiinflamatoria, así como también meditación, respiración profunda y un adecuado control del estrés.
La nutricionista, asimismo, aconseja tomar extracto de té verde y vitamina B6, que ayuda a reducir las respuestas al estrés y a promover el control del peso. Para aquellos que buscan una solución similar, añade Spendlove, el té verde o el de hierbas son excelentes para tomarse al final de un largo y estresante día.
2) No duermes lo suficiente
Desde hace unos años sabemos que la cantidad y calidad de nuestro sueño guardan una relación directa con nuestra propensión a engordar. Hay numerosos estudios que lo demuestran. Uno de los últimos es el dirigido por el doctor Hengyi Rao, profesor de la Universidad de Pensilvania. La investigación sugiere que la falta de sueño provoca un cambio en la actividad cerebral que nos empuja a comer más grasas. El área del cerebro responsable de esto es la red de asignación de relevancia, que es la encargada de guiarnos en los procesos de toma de decisiones.
Dormir poco, además, incrementa el estrés, y, consigo, los niveles de cortisol. "Cuando el cuerpo está bajo estrés, los niveles de cortisol pueden ser bajos durante el día y elevados por la noche", apunta Spendlove..
La nutricionista recomienda regular el ciclo de sueño y asegurarse de irse a la cama y levantarse más o menos a la misma hora todos los días.
3) Te privas demasiado
Aunque pueda parecer contradictorio, privarse de comida puede hacer que tus niveles de cortisol aumenten. "Limitar en exceso las calorías y entrenar demasiado puede provocar un exceso de cortisol y, por lo tanto, dificultad para perder peso", asegura la nutricionista, quien añade: "Para evitarlo, trata de nutrir tu cuerpo con una dieta alta en verduras, proteínas magras, hidratos de absorción lenta y grasas saludables".
A pesar de que no hay que restringirse demasiado, Spendlove afirma que merece la pena que reduzcas la ingesta de ingredientes artificiales, incluidas las bebidas endulzadas y los alimentos ricos en azúcar refinado.
"Si haces deporte, consume tus carbohidratos antes y después de tu sesión de entrenamiento para asegurarte de que estás proporcionando a tu cuerpo lo que necesita para funcionar y recuperarse de modo adecuado", finaliza.
4) Haces demasiado ejercicio
Por último, y aunque no creas que sea posible, puede que tu problema sea que entrenas demasiado. "Deberías mover tu cuerpo de alguna manera todos los días", argumentó. "Pero es necesario que varíes tu rutina de entrenamiento y permitas que tu cuerpo descanse cuando lo necesite".
"Cada persona tendrá un umbral individual de lo que considera exceso de entrenamiento, por lo que solo se trata de escuchar al cuerpo y de evaluar tus propios resultados y niveles de energía. Demasiado ejercicio puede provocar lesiones, agotamiento y desequilibrio hormonal", apunta la nutricionista.
Ya sabes, lo bueno si es breve, dos veces bueno.