Siempre se ha dicho que hay comidas que resultan tan apetitosas que engordan con solo mirarlas. Pero, lo cierto, es que un estudio de la Universidad de Berkeley ha descubierto que el aroma que despiden los alimentos ya nos hace ganar peso.
Los investigadores alteraron en varios ratones las terminaciones nerviosas responsables del olfato. Y el resultado fue que esos cobayas, aunque comían los mismos alimentos y la misma cantidad que otros, engordaban mucho menos.
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A continuación, anularon el sentido del olfato a varios ratones obesos, y comprobaron que perdían peso muy rápidamente, a pesar de que seguían comiendo lo mismo. Pero, ¿Cómo puede ser esto posible?
Los investigadores aún no lo tienen claro, pero creen que podría deberse a que el olor de la comida hace creer a nuestro metabolismo que es la hora del almuerzo, por lo que se prepara para almacenar las calorías y los nutrientes ingeridos. Por el contrario, al anular el sentido del olfato, el metabolismo sigue en modo de quemar energía, por lo que elimina más fácilmente las calorías consumidas.
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Quizás nuestro olfato sea incluso mejor que el de los perros
Los perros olfateando siempre nos recuerdan que, en lo tocante a la evolución, en ser humano no ha sido bendecido con un olfato excelente. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en Science desmiente esta idea y señala que nuestro olfato es mucho mejor de lo que creemos, incluso mejor que el del perro en muchos aspectos.
John P. McGann, neurocientífico de la Universidad de Rutgers, en Estados Unidos, es el autor principal de este estudio que matiza: si bien nuestro olfato es diferente al de otros mamíferos, tiene una sensibilidad diferente para distintas sustancias.
Olfato humano
Después de que el neurocirujano francés Paul Broca introdujera la noción de que el bulbo olfatorio (la región del cerebro que procesa la detección de los olores) en los humanos era más pequeño que en otros animales, empezó a formarse el mito de que nuestro olfato no era gran cosa frente al resto de mamíferos.