Un niño al que se diagnosticó cáncer de tiroides tras el accidente nuclear de Fukushima no aparece en los registros de controles del gobierno, según dijo el viernes un grupo de ayuda, lo que puso en duda el rigor y transparencia de las revisiones oficiales.
Las autoridades japonesas han dicho que entre los 184 casos sospechosos o confirmados de cáncer de tiroides en Fukushima no había ningún paciente que tuviera menos de cinco años en el momento del accidente en 2011. El gobierno ha dicho que eso sugiere que los casos no están relacionados con la radiación de la planta, como ocurrió en muchos casos tras el desastre de Chernóbil en 1986.
Sin embargo, el Fondo 3.11 para Niños con Cáncer de Tiroides dijo el viernes que se ha diagnosticado cáncer de tiroides a un niño que tenía cuatro años cuando se produjeron las fusiones de núcleo en la central de Fukushima. Ese caso no aparece en los datos de la Universidad de Medicina de Fukushima, que supervisa los controles de cáncer de tiroides y las cirugías, y que atendió al menor.
Hisako Sakiyama, médico y representante del Fondo 3.11, que presta ayuda a las familias de menores a los que se diagnostica cáncer de tiroides, señaló que cualquier caso que no aparezca en los registros es "un gran problema" y plantea la posibilidad de que también falten otros pacientes.
La universidad ha realizado controles con ultrasonidos a unos 300.000 jóvenes en Fukushima que tenían 18 años o menos cuando ocurrió el accidente nuclear. El centro ha defendido varias veces sus datos, aunque declinó hacer comentarios sobre casos concretos citando motivos de privacidad.
Seisho Tanaka, portavoz del equipo que hace las revisiones, dijo que algunas personas que dieron negativo podrían haber desarrollado un cáncer más adelante y buscado tratamiento médico fuera del programa. Declinó hacer más comentarios.
Las autoridades han argumentado que los casos de Fukushima aparecen porque las meticulosas pruebas revelan casos que de otro modo no se habrían identificado.
Sakiyama, que formó parte de la comisión legislativa que investigó el desastre nuclear de Fukushima, dijo que el sistema de revisiones tiene fallos. El niño, que ahora tiene 10 años y es uno de los beneficiarios de la ONG, fue operado el año pasado en la Universidad de Medicina de Fukushima y recibe tratamiento allí, lo que hace difícil pensar que la universidad desconozca el caso, añadió.
"Es muy desconcertante la forma en la que no quieren hablar del caso", dijo, añadiendo sobre los casos en la región y la radiación que "no hay un motivo para descartar la conexión de primeras".
El cáncer de tiroides no suele ser mortal con el tratamiento adecuado. Es muy poco común en niños y jóvenes en condiciones normales, pero dado que los jóvenes no suelen pasar revisiones, pueden pasar años hasta que se detecta.
De los miles de enfermos de cáncer de tiroides identificados en Ucrania y Bielorrusia tras el desastre de Chérnobil, entre la mitad y el 15%, en función del estudio, tenía menos de cinco años en el momento del accidente.
Keith Baverstock, profesor de la Universidad de Finlandia Oriental y experto en salud y radiación, cree que es importante que los registros médicos de Fukushima sean transparentes.
Aunque sigue siendo difícil llegar a una conclusión sobre los lazos con la radiación, estudiar estos casos de cáncer y cómo se desarrollaron puede arrojar luz sobre la cuestión, explicó el experto en una llamada reciente en Skype.