El gobierno de México expresó a Washington su "grave preocupación" ante la posibilidad de que las autoridades estadounidenses separen a niños de sus padres indocumentados cuando sean sorprendidos tratando de entrar clandestinamente a Estados Unidos, informó este martes el canciller mexicano.
De concretizarse la iniciativa, "muchísimas familias" sufrirían un "daño irreversible", dijo el canciller Luis Videgaray, durante una conferencia de prensa que ofreció tras reunirse con miembros del Senado.
"Hemos de inmediato hecho saber al Departamento de Seguridad Interior nuestra grave preocupación porque esto así ocurra (…) y esperamos que la opinión del gobierno mexicano incida en la decisión que finalmente se tome por parte del gobierno de Estados Unidos ante esta posibilidad que ha sido anunciada de manera preocupante", subrayó.
El secretario de Seguridad Interior de Estados Unidos, John Kelly, declaró el lunes que planea separar a los inmigrantes clandestinos de sus hijos con el fin de desalentar al máximo la inmigración ilegal.
"Haría casi cualquier cosa para disuadir a la gente de América Central a lanzarse en manos de esas redes tan peligrosas que los llevan a través de México hacia Estados Unidos", dijo Kelly durante una entrevista con CNN.
"Tenemos mucha experiencia en lo que tiene que ver con los menores no acompañados", colocándolos en hogares especializados o en familias receptoras, subrayó el funcionario, al explicar que es una estrategia que se "plantea".
Actualmente, cuando familias de indocumentados son capturadas, los hijos menores se quedan con sus madres mientras que los padres son retenidos en instalaciones separadas.
Kelly es uno de los más fervientes partidarios de los decretos antiinmigración dictados a fines de enero por el presidente Donald Trump, quien ha calificado a los inmigrantes mexicanos de "criminales" y "violadores".
Trump, quien desató una crisis diplomática con México al insistir en construir un nuevo muro fronterizo con financiamiento mexicano, dictó el lunes un nuevo decreto que prohíbe el ingreso a Estados Unidos, por 90 días, de personas originarias de seis país de mayoría musulmana.