Johannesburgo, 11 may (EFE).- Un granjero sudafricano de 64 años murió anoche en su propiedad de la provincia oriental de KwaZulu-Natal al ser quemado vivo por unos atacantes, informan hoy medios locales.
Según la policía, los asaltantes, que no han sido detenidos, apuñalaron varias veces a la víctima con instrumentos de jardinería y le prendieron fuego tras rociarle con gasolina.
El cadáver chamuscado del granjero fue encontrado por su esposa poco después del ataque, informó el portavoz de la empresa de seguridad privada Berg Protection Service, Brett Deavin.
Los responsables del asesinato saquearon la casa antes de darse a la fuga.
Los robos violentos a propiedades agrícolas y los asesinatos de granjeros son un fenómeno habitual en Sudáfrica.
Durante el año pasado se contabilizaron 70 asesinatos de granjeros en todo el país, donde la mayoría de propietarios agrícolas pertenece a la minoría blanca y es a menudo de origen afrikáner.
"Pedimos a los granjeros que se mantengan unidos en un momento tan preocupante", declaró tras el asesinato de anoche Koos Marais, portavoz de seguridad de la organización de agricultores Kwanalu.
La cuestión de los asesinatos de granjeros es motivo de controversia en el debate público nacional.
Colectivos de granjeros y grupos de presión afrikáner achacan a estos crímenes motivaciones raciales y políticas, y responsabilizan a políticos del gobernante partido Congreso Nacional Africano de incitar al odio hacia los granjeros con un discurso que acusa a los blancos de usurpar la tierra a la mayoría negra.
La brutalidad y el ensañamiento con que son asesinados algunos de los granjeros -en ocasiones ancianos y familias enteras- son uno de los argumentos de estas organizaciones para denunciar en estos crímenes un elemento racial que va más allá del mero robo.
Sin embargo, las autoridades niegan que los asaltos a las granjas tengan relación con la condición de blancos y afrikáner de la mayoría de las víctimas.
El grupo de presión afrikáner Afriforum y el principal partido de la oposición, la Alianza Democrática, han pedido repetidamente al Gobierno que despliegue en las zonas rurales unidades especiales de vigilancia para proteger a los granjeros.
En muchas partes del país, los granjeros recurren a seguridad privada y patrullas ciudadanas para luchar contra este tipo de violencia.
Veintitrés años después de la caída del apartheid, las zonas agrícolas de Sudáfrica siguen siendo uno de los principales focos de tensión racial en el país.
Buena parte de la población negra y mestiza de estos lugares acusa a los granjeros de explotar y maltratar a los trabajadores de color, mientras que los granjeros se quejan de la violencia a la que están expuestos y denuncian las constantes amenazas de expropiación por parte del Gobierno.