España despide este 2017 como el peor año del último decenio con 52 grandes incendios forestales.
Una situación considerada ya como un problema social y ambiental de primer grado que exige nuevas soluciones en prevención y en extinción, advirtió la organización Greenpeace.
La organización no gubernamental (ONG) alertó que el cambio climático ha desdibujado las estaciones y la planificación tradicional para la extinción de fuego está obsoleta.
El Ministerio español de Medio Ambiente informó que hasta el 31 de octubre de 2017 fueron consumidas por el fuego 174 mil 788 hectáreas, el 0.63 por ciento del territorio español, la segunda peor cifra del decenio, después del fatídico 2012.
La ONG enfatizó que tan sólo durante la oleada de incendios que se registró en Galicia, Asturias y León a mediados de octubre pasado fueron quemadas 74 mil hectáreas.
Recordó que esos incendios tuvieron lugar durante una ola de calor, en la que los operativos fueron ampliados a última hora con la llegada de un otoño inexistente.
Greenpeace añadió que, durante varios días, a la consternación e impotencia por la pérdida de espacios naturales de gran valor y animales calcinados, se sumó la muerte de cuatro personas, mientras que cientos fueron desalojadas y perdieron sus propiedades.
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Mónica Parrilla, responsable de la campaña de Incendios de Greenpeace España, anotó que lo ocurrido este año en Galicia, Portugal o actualmente en el sur de California, en Estados Unidos, no se puede tratar como algo excepcional.
"Para mitigar los impactos de esta nueva era de incendios es fundamental que se tenga en cuenta el calentamiento global en la gestión preventiva y de extinción de los incendios", aseguró.
Este año fue registrado como históricamente seco, lo que supuso el aumento del combustible seco, el contenido de humedad es el más importante para determinar la probabilidad del incendio y su propagación una vez iniciado.
A ello se suma que numerosos dispositivos de agua destinados a la extinción de incendios estaban secos, los embalses al 37 por ciento de su capacidad, aviones con imposibilidad de reabastecerse de agua, toda una falta de planificación de las administraciones.
Parrilla alertó que ante esta nueva era de incendios, los planes tradicionales de extinción han quedado obsoletos, y así queda reflejado con parches en las ampliaciones de campañas de extinción a última hora.
Aseguró que la clase política no ha tenido en cuenta esta situación, tras subrayar que las campañas de extinción no pueden darse sólo en la época estival, ya que hay incendios todo el año y no pueden planificarse a última hora.
La ONG remarcó que la protección de los bosques requiere una planificación a lo largo de todo el año, no sólo en épocas de máximo riesgo.