Con solo 23 años, el cantante Justin Bieber ya sabe qué aspecto tiene el interior de un calabozo tras ser arrestado en 2014 en Miami por conducir bajo los efectos del alcohol, con un carnet caducado y sobrepasando los límites de velocidad. Sin embargo, el canadiense quiere dejar atrás de una vez por todas sus problemas con la justicia y mirar únicamente al futuro, en el que ha prometido que no volverá a poner los pies en una cárcel, de la que no guarda muy buenos recuerdos pese a la brevedad de su estancia.
"Foto policial #la prisión no es un sitio bonito donde estar #no es divertido #nunca más", escribió este lunes en su Instagram junto a dos fotografías tomadas durante su paso por las dependencias penitenciarias, en las que se le puede ver con el uniforme naranja que suelen vestir los presos. Hace solo unos meses, el intérprete también aprovechaba la misma red social para recordar ese momento tan duro de su vida con la intención de celebrar el largo camino que ha recorrido desde entonces y asegurar, a un mismo tiempo, que seguiría luchando para encarrilar su vida.
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En aquel momento, la estrella del pop publicaba un montaje con una de las imágenes de su ficha policial y otra actual para dejar patente el cambio físico que había acompañado al giro radical que había dado su actitud y del que tan orgulloso se siente.
"¡Me encanta! Porque me recuerda que aunque aún no he llegado a donde me gustaría, gracias a Dios ya no estoy en la misma situación que antes. Lo mejor aún está por llegar", aseguraba en la citada publicación. A pesar de sus buenas intenciones, Justin aún debe lidiar con las consecuencias de sus encontronazos con la justicia.
En sus giras, por ejemplo, ya no puede incluir Argentina tras protagonizar en 2014 un altercado en Buenos Aires, cuando dos de sus guardaespaldas atacaron a un fotógrafo, supuestamente por orden suya, tras lo cual decidió abandonar el país sin responder antes ante las autoridades, que poco después emitieron una orden de detención contra él.
Además, otro de los incidentes que protagonizó ese mismo año, al arrojar huevos a la casa de uno de sus vecinos en la urbanización de Calabasas (California), también sigue dándole quebraderos de cabeza incluso después de ser condenado a pagar 81.000 dólares en concepto de daños, ya que hace poco los propietarios de la vivienda le acusaron a él y a su equipo de antisemitismo. Solo el tiempo dirá si Justin consigue despojarse de esa imagen de estrella problemática que aún le persigue.