Tras el desmantelar el legado de Barak Obama sobre el clima, el presidente estadounidense Donald Trump pasó a la ofensiva este miércoles al firmar un decreto sobre la protección de los grandes espacios, una de las prioridades de su predecesor, con el oeste del país en el punto de mira.
Trump firmó un decreto que ordena examinar las declaraciones de "Monumento Nacional" adoptadas en las dos últimas décadas, es decir, por Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama.
"La administración precedente utilizó una vieja ley de hace 100 años para imponer un estricto control federal sobre millones de hectáreas, tanto en tierra como en mar, privando a sus habitantes de la capacidad de decidir cómo utilizar esa tierra", dijo Trump.
Indignado por que Barack Obama haya incluido bajo la protección del Estado Federal más de 100 millones de hectáreas (terrestres y marítimas), "más que el Estado de Texas", Trump consideró que era momento de poner fin a esos "abusos".
"Hoy estamos devolviendo el poder a los Estados", anunció, sin mencionar la cuestión medioambiental.
En el corazón de este nuevo decreto del magnate inmobiliario se encuentra la Antiquities Act (Ley de Antigüedades), firmada en 1906 por Theodore Roosevelt, ardiente defensor de la protección de los recursos naturales.
Este texto permite a un presidente intervenir para preservar los espacios amenazados, que pueden ser transformados en Parques Nacionales cuando el Congreso se hace cargo del dossier. El Gran Cañón, el Valle de la Muerte y regiones enteras de Alaska se han beneficiado de este instrumento jurídico.
Desde su creación, casi todos los presidentes han recurrido a esta ley, si bien tres de ellos, los republicanos Richard Nixon, Ronald Reagan y George H. W. Bush, no la utilizaron.