Haitianos desolados se congregaron el lunes para recordar el terremoto de enero de 2010 que dejó buena parte de la capital y zonas aledañas en ruinas, uno de los peores desastres naturales de los últimos tiempos.
Cientos de personas, los hombres de traje oscuro y las mujeres de vestido blanco, asistieron a una misa al amanecer en la nueva iglesia construida junto a las ruinas de la Catedral Nacional en el centro de Puerto Príncipe. «Este es el aniversario del día que nunca podré olvidar», dijo Gladys Lambard al entrar del brazo de su hija de 14 años. Su esposo y su hermana murieron en el sismo. «La tristeza de ese día me marcó para siempre».
El presidente Michel Martelly y otros dignatarios asistían a una ceremonia en una fosa común en las afueras de la capital donde las autoridades enterraron rápidamente a miles de personas inmediatamente después del desastre. El terremoto se produjo minutos antes de las 5 de la tarde y provocó el derrumbe de decenas de miles de edificios mal construidos en la ciudad densamente poblada. El gobierno dijo luego que murieron más de 300.000 personas, pero se desconoce la cifra exacta porque no hubo un intento sistemático de contar los muertos en medio del caos y la destrucción.
Naciones Unidas dice que Haití ha recibido más del 80% de los 12.450 millones de dólares prometidos por medio centenar de países y agencias multilaterales, en ayuda humanitaria, ayuda para la recuperación y reparación de desastres. Las obras en construcción se multiplican en la capital y el número de personas en los vecindarios precarios y campamentos de carpas se ha reducido, de 1,5 millones después del temblor a unos 80.000 en la actualidad.
Pero Haití sigue siendo un país paupérrimo que enfrenta muchos de los mismos problemas de antes del temblor. El Banco Mundial calcula que más de 6 millones de los 10,4 millones de habitantes viven por debajo de la línea de pobreza de 2,44 dólares diarios. Mientras tanto, un enfrentamiento político entre Martelly y el parlamento ha demorado las elecciones legislativas y amenaza con socavar la estabilidad política del país.
PUERTO PRÍNCIPE, Haití (AP)