El huracán Matthew embistió la punta sudoccidental de Haití el martes, arrancando techos en esa área pobre y principalmente rural, tumbando árboles y dejando ríos crecidos y abarrotados de escombros.
Por lo menos nueve muertes fueron atribuidas al meteoro durante su avance de una semana por el Caribe.
La tormenta lanzaba vientos de 233 kilómetros por hora (145 millas por hora) y fue en un momento la más potente en la región en casi una década. Arrojó torrenciales aguaceros a medida que viraba hacia Cuba y las Bahamas. Se vaticina que hará impacto en Florida a fines de la semana y que seguirá por la costa oriental de Estados Unidos.
La tormenta de categoría 4 llegó a eso de la madrugada en el país más pobre del hemisferio occidental, haciendo impacto en una zona de Haití donde muchos habitantes pobres viven en endebles casuchas de madera.
Los daños parecen ser amplios, pero debido a las malas redes de comunicación, las carreteras bloqueadas y los puentes derribados, no se podía saber de inmediato la magnitud del desastre. Tampoco se conoce a ciencia cierta la cifra de muertes.
La Agencia de Protección Civil de Haití indicó que muchas viviendas quedaron dañadas o destruidas, y mucha gente tuvo que caminar en medio del agua para recuperar sus pertenencias o buscar terreno más alto.
«Es el peor huracán que he visto en mi vida», dijo Fidele Nicolas, un funcionario de protección civil en Nippes, un poco al este de donde Matthew tocó tierra. «Destrozó escuelas, caminos, otras estructuras».
Un pescador se ahogó en Haití cuando Matthew se aproximaba, y se reportaron cuatro muertes en la vecina República Dominicana, informaron las autoridades.
Se considera que la tormenta causó al menos tres fallecimientos, incluida una persona cuya casa fue aplastada por un árbol en Port Salut y un hombre de 26 años que se ahogó mientras trataba de salvar a un niño que había caído a un río crecido, señalaron las autoridades. El niño fue rescatado.
Se registraron cuatro muertes en la vecina República Dominicana, así como una en Colombia y otra en San Vicente y las Granadinas.
La tormenta dejó aislada a la península que se extiende al sur de Haití. Muchas calles estaban inundadas u obstruidas por deslaves y árboles caídos. La radio local reportó que el agua llegaba hasta el cuello en algunas partes de la ciudad de Les Cayes.
Milriste Nelson, un campesino de 65 años de edad del pueblo de Leogane, dijo que sus vecinos huyeron cuando el viento arrancó el techo de metal corrugado de su vivienda. En su propio patio humilde quedaron desparramadas las frutas de las que él depende para ganarse la vida.
«Los árboles de bananos, los mangos, todo arruinado», comentó Nelson. «Este país va a caer aún más en la miseria».
Las autoridades haitianas habían tratado de evacuar a los residentes de zonas vulnerables antes de la llegada de la tormenta, pero muchos fueron renuentes a abandonar sus escasas propiedades. Algunos buscaron albergues sólo al último minuto, abriéndose paso entre calles repletas de escombros bajo una pertinaz lluvia.
«Mucha gente está ahora pidiendo ayuda, pero ya es muy tarde, no hay forma de evacuarlos», dijo Fonie Pierre, directora de los Servicios de Ayuda Católica de la zona de Les Cayes, quien estaba en su despacho refugiada junto con otras 20 personas.
Se pronosticaban entre 381 y 635 milímetros (15-25 pulgadas) de lluvia, incluso 1010 centímetros (40 pulgadas) en lugares aislados, junto con olas de hasta tres metros (10 pies), dijo el meteorólogo Dennis Feltgen, del Centro Nacional de Huracanes en Miami.
«Están recibiendo todo lo que un gran huracán puede arrojarles», dijo Feltgen.
En Cuba, el gobierno declaró el alerta por huracanes en seis provincias orientales y se retiraron las luces de los postes en las calles en Santiago para evitar su caída.
A las 1800 GMT, la tormenta tenía su vórtice a unos 90 kilómetros (55 millas) al suroeste del extremo oriental de Cuba. Se desplaza con rumbo norte a casi 17 kph (10 mph).