La sonda Rosetta inició la noche del jueves su lento descenso hacia el cometa Churi, donde debe estrellarse voluntariamente este viernes a media jornada.
Un tuit de la Agencia Espacial Europea (ESA) confirmó que la sonda se colocó a la hora prevista en una trayectoria que la conducirá a una colisión con Churi.
Este final espectacular pondrá punto final a una odisea espacial de más de doce años, coronada con cerca de 26 meses de cercanía fructuosa con el cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko en su periplo alrededor del Sol.
La sonda utilizará sus últimas fuerzas para intentar acumular la mayor cantidad posible de datos científicos durante estas últimas horas.
«Estamos muy excitados», declara Matt Taylor, responsable científico de la misión Rosetta, interrogado por la AFP en el Centro Europeo de Operaciones Especiales (ESOC), en Darmstadt (Alemania).
«Durante el descenso final, nos vamos a encontrar en una región de la que nunca extrajimos muestras», añadió.
La mayor parte de los instrumentos de la sonda estarán conectados durante las últimas horas. Rosetta tomará imágenes muy cercanas, «aspirará» los gases, medirá la temperatura de Churi y su gravedad.
Decidida en 1993 por la Agencia Espacial Europea (ESA), la misión Rosetta apunta a comprender mejor el sistema solar. Los cometas, aparecidos hace 4.500 millones de años, forman parte de los objetos más primitivos de este sistema.
La misión, que ha costado 1.400 millones de euros, ha permitido recoger una cosecha de datos que van a ocupar varios años a los científicos.
La misión estuvo marcada por las peripecias del robot-laboratorio Philae, que fue el primero en posarse en un cometa, el 12 de noviembre de 2014. Inerte desde que en julio de 2015 agotó por completo sus baterías, Philae fue localizado a principios de septiembre por la sonda.
El cometa 67P se dirige actualmente hacia la órbita de Júpiter. Seguirá alejándose del Sol en su trayectoria elíptica, hasta unos 850 millones de kilómetros de distancia de nuestro astro rey.
Y con él se alejará Rosetta, con más de 7.000 millones de kilómetros encima desde su lanzamiento en 2004, que escolta al cometa desde agosto de 2014.
Equipada con grandes paneles solares, la sonda ha empezado a perder potencia. Por eso, la ESA decidió dar por concluida su misión mientras la controla.
«Pozos» profundos
El drama transcurre a más de 720 millones de kilómetros de la Tierra.
La noche del jueves, hacia las 20H50 GMT cuando la sonda se encontraba a 19 km de Churi, Rosetta encendió los propulsores durante tres minutos para situarse en una trayectoria que la conduzca directamente a la colisión con el cometa.
La confirmación se recibió en la Tierra al cabo de 40 minutos.
El descenso de la sonda debe durar 14 horas.
En la parte final, su velocidad debe alcanzar los 90 centímetros por segundo (3,2 km/h), «es decir la velocidad del caminar humano», señaló Sylvain Lodiot, responsable de operaciones en vuelo de Rosetta en el ESOC.
Rosetta no está concebida para aterrizar pero los ingenieros han hecho todo lo posible para que el «impacto controlado» de la sonda en el cometa, hacia las 10H40 GMT de este viernes, sea lo menos ruda posible.
La Tierra tendrá que esperar entonces 40 minutos para ser informada, hacia las 11H20 GMT, con un margen de variación de unos 20 minutos.
La sonda fue programada para apagarse en cuanto entre en contacto con la superficie del núcleo del cometa.
Rosetta debe posarse en una zona situada en la cabeza del cometa, que comporta «hoyos», unas depresiones circulares anchas y profundas, de donde escapan a veces chorros de gases y polvo.
«Esperamos poder observar estructuras en las paredes de los hoyos que (nos) pueden remontar a la época de formación del cometa y nos darían indicaciones sobre la evolución primordial del sistema solar», dijo a la AFP Jean-Pierre Bibring, responsable científico del programa Philae.