La mayoría de los estadounidenses están frustrados o furiosos, o ambas cosas, con las elecciones presidenciales de 2016, de acuerdo con una nueva encuesta realizada por Associated Press-NORC Centro de Investigaciones de Asuntos Públicos.
La mayoría no siente orgullo ni esperanzas, y la mitad sienten impotencia. Diversas mayorías quieren más discusión de los asuntos que les interesan: salud, seguro social, educación, terrorismo y seguridad nacional.
No hay un problema de apatía: Según la encuesta, el 86% de los estadounidenses prestan atención a la contienda.
Sin duda, es una campaña difícil de pasar por alto. Si bien Donald Trump y Hillary Clinton son los dos candidatos presidenciales menos populares de la historia, sus candidaturas son históricas dominan los titulares de prensa.
Trump ha basado su campaña en acusaciones, frecuentemente falsas, que llaman la atención, tales como que su oponente «es el demonio» y que el presidente Barack Obama «fundó» el grupo Estado Islámico. Pero ha sabido vincular hábilmente los problemas de inmigración con los temores por la seguridad, incluida por los estadounidenses entre los problemas principales del país.
Clinton, ex senadora y secretaria de Estado, es una reconocida estudiosa de los problemas de política exterior e interior. Ha tratado de convertir a la elección en un referendo sobre la aptitud de Trump para ejercer la presidencia. Su reciente tropiezo al abandonar bruscamente la ceremonia recordatoria del 11/Sep, filmado en video, agregó al carácter de reality show de esta elección. Su campaña reveló que padecía una neumonía.
Clinton y Trump tienen objetivos políticos y estilísticos claros para su debate del lunes por la noche, el primero de tres que sin duda afectarán la contienda en sus últimas seis semanas. Para ambos se trata de descolocar al otro y no dejarse provocar para caer en actitudes no precisamente dignas de un presidente. Trump trata de reforzar su credibilidad en el electorado blanco, principalmente las mujeres, tras más de un año de declaraciones intolerantes o prejuiciosas. Clinton quiere atraer a los jóvenes, que muestran escaso entusiasmo con su candidatura.
No está claro si los candidatos realizarán una discusión que ilustre sus posiciones políticas y sus aptitudes profesionales. Pero la demanda existe.
Según la encuesta, casi dos tercios de los estadounidenses dicen que la campaña presta poca atención a los asuntos que les interesan de manera personal. Más de seis de cada 10 ciudadanos de ambos partidos están de acuerdo en ello. Poco más de la mitad dicen que se presta poca atención a las aptitudes de los candidatos y la misma proporción dice que se presta demasiada atención a las características personales.
La encuesta AP-NORC de 1.022 adultos, realizada el 15-18 de septiembre, tiene un margen de error de 3,7 puntos.