Al menos 29 personas murieron este miércoles en el naufragio de un barco cargado de migrantes procedente de las costas de Egipto, informaron dos responsables del ministerio de Salud egipcio a la AFP, un balance superior al brindado anteriormente.
«El balance actual es de 29 muertos y cinco heridos«, dijo el portavoz del ministerio de Salud, Jaled Megahed, mientras que un anterior balance daba cuenta de 10 fallecidos y tres heridos, así como del rescate de 150 personas.
Otro responsable, Adel Jalifa, dijo que entre los fallecidos había egipcios, sudaneses y «de otras nacionalidades africanas que no podemos determinar».
Las operaciones de rescate continuaban para tratar de encontrar a otros eventuales pasajeros de esta embarcación de migrantes, que naufragó cerca de Rosetta, en el norte de Egipto, indicaron responsables de la policía a la AFP.
Según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), más de 300.000 migrantes cruzaron el Mediterráneo en 2016 para llegar a Europa, principalmente a Italia.
Más de 10.000 migrantes han perdido la vida en el Mediterráneo en su camino hacia Europa desde 2014, de los que más de 2.800 murieron en 2016, señaló ACNUR a principios de junio.
La agencia europea de control de fronteras, Frontex, manifestó en junio su preocupación por el número creciente de migrantes que intentaban llegar a Europa realizando una travesía «muy peligrosa» desde Egipto.
«Egipto está empezando a convertirse en un país de salida», dijo el jefe de Frontex, Fabric Leggeri, en una entrevista con el grupo de comunicación Funke, que agrupa a varios periódicos regionales alemanes, el pasado junio.
«El número de trayectos cubiertos por barcos desde de Egipto hacia Italia ha alcanzado los 1.000 (por lo menos) este año», afirmó.
Tras el cierre de la ruta de los Balcanes, muy utilizada por los migrantes en dirección a los países del norte de Europa y el acuerdo entre la UE y Turquía para frenar las llegadas, los migrantes buscan alternativas para llegar al Viejo Continente.
Libia, vecina de Egipto, con 1.770 kilómetros de costa, se ha convertido en un centro de operaciones para la migración clandestina a falta de un control rígido de fronteras.