Equipos de socorro en Sudáfrica evaluaban el lunes si era seguro ingresar a una mina ilegal abandonada donde se cree que hay varios trabajadores atrapados, lo que pone en evidencia los riesgos de una actividad clandestina que atrae a personas desesperadas en busca de una forma de vivir.
Los rescatistas suspendieron las tareas de búsqueda en la mina en Johannesburgo por temor a un posible incendio o presencia de gases tóxico bajo tierra. Cuatro mineros fueron rescatados el domingo.
Se desconoce cuántas personas siguen desaparecidas, aunque algunos medios dijeron que «varias» seguían atrapadas porque se desmayaron tras inhalar monóxido de carbono.
Tres mineros que salieron de las profundidades el lunes fueron arrestados. Las sanciones por minería ilegal incluyen multas y penas de prisión en algunos casos. Aun así, la actividad es habitual en Sudáfrica, un importante productor de oro y platino.
La minería no autorizada se está incrementando debido a las dificultades económicas del país, y muchas veces están involucrados grupos criminales, de acuerdo con la cámara minera local. Algunos mineros reabren huecos de minas selladas con explosivos y muchas veces permanecen en el subsuelo durante largos periodos sin equipo de protección, señaló el organismo.
«Los mineros ilegales muchas veces están fuertemente armados y cuando irrumpen en minas operativas, preparan emboscadas y trampas para los empleados, personal de seguridad y grupos rivales de mineros ilegales», dijo la cámara en un comunicado.
La Alianza Democrática, el principal partido de oposición en Sudáfrica, dijo que las autoridades deberían acabar con los grupos de minería ilegal. Agregó que en los dos principales caminos de Johannesburgo puede verse a mineros cubiertos de polvo subiendo a taxis sacos material de su labor.
Sin embargo, un importante grupo de trabajo dijo que las autoridades deberían considerar la legalización y regularización de la «minería a pequeña escala» como una forma de reducir los peligros y expulsar del sector a los grupos criminales. El grupo, conocido por sus siglas COSATU, dijo que el problema persistirá mientras muchos sudafricanos «sigan al final de la pirámide económica».