En su publicación, El Mundo afirma que los dueños las prisiones son los reclusos, el descontrol es absoluto en las 21 prisiones del país centroamericano en las que se hacinan 20 mil 729 reclusos, 18 mil 731 hombres y 1 mil 998 mujeres, pese a que solo tienen capacidad para 6 mil 908, dice el texto.
El reportaje señala que existe una sobrepoblación del 300 por ciento y que las autoridades del Ministerio de Gobernación admiten que el sistema penitenciario sufre un colapso y abandono.
La consecuencia de ello es que los presos son los amos de las cárceles, teniendo en cuenta que sólo hay 3 mil 469 guardias penitenciarios encargados de su cuidado, algunos de los cuales son sobornados por los propios internos para que les permitan introducir armas o drogas en el penal.
El cobro de talacha es el modus vivendi de los reos con poder, según la investigación de El Mundo, quien señala que esto obliga a las víctimas de la extorsión a reclamar a sus familiares en el exterior la cantidad económica que les han exigido para no sufrir daños.
Se han dado casos, incluso, en los que al no contar con dinero para pagar la talacha, se sustituye este impuesto por servicios sexuales prestados por parte de las mujeres o hermanas de los presos extorsionados, todo ello con la pasividad de los agentes, que en ocasiones están involucrados en estos cobros, tal como han denunciado algunos presos, continúa el texto.
En la nota se explica que desde las cárceles, líderes de las pandillas ordenan extorsiones a comerciantes y transportistas públicos.
La publicación de El País señala las condiciones infrahumanas en que los reclusos conviven en las cárceles, al grado de tener que turnarse para dormir en el suelo por falta de espacio.
El medio español también destaca que a las prisiones guatemaltecas también se las llama «universidades del crimen» porque los reos, lejos de rehabilitarse, suelen volver a las calles más peligrosos de cuando fueron internados.
La nota recopila información del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (Cien), que indica que, del 1 de julio del 2015 al 31 de julio del 2016, han muerto 146 reos en las prisiones, en su mayoría por actos violentos.
Al hacinamiento que sufren los reos, El País agrega que las instalaciones carecen de agua corriente y los reos no tienen acceso a utensilios tan elementales como jabón, toallas o papel higiénico. Si las carencias materiales son así de penosas, el Estado tampoco cumple con su tarea de brindar a la población penitenciaria la atención debida en materia de salud física y mental.
El texto recuerda declaraciones del ministro de Gobernación, Francisco Rivas, quien dijo a la prensa local que para que el Estado pueda recuperar el control de las cárceles ahora en manos de los reclusos harían falta por lo menos 12 años, siempre que se defina una política y esta tenga continuidad.
Ambos medios españoles destacan en su información la muerte, el 18 de julio pasado, del excapitán del Ejército, Byron Lima, considerado el amo de las prisiones.