Miles de personas en el sur de Louisiana han tenido que dejar sus hogares e irse a refugios debido a las extensas y repentinas inundaciones causadas por fuertes lluvias que ya causaron la muerte de seis personas.
Aunque el clima ha mejorado desde los diluvios que cayeron el viernes, los niveles de los ríos en muchas áreas siguen elevados y la gente está preocupada.
«Nunca antes vi algo como esto», dijo Barbara Manuel, hablando desde un extremo del camino mientras estaba a punto de abordar un vehículo de la Guardia Nacional. La mujer de 41 años es una de las más de 20.000 personas que fueron rescatadas entre el viernes y el domingo mientras los crecidos ríos se salieron de sus cauces y causaron caos por todo Luisiana.
Ella estaba preocupada por su madre, quien vive un poco más arriba en el mismo camino. Las aguas altas imposibilitan el viaje y problemas con los teléfonos celulares dificultan comunicarse con ella. Pero los dos niños de Manuel, una niña de 5 años y un niño de 8, están bien.
«Todo lo que me importa es que mis hijos estén bien», dice ella.
El domingo, Manuel vio un rayo de sol que le dio esperanza de que la peor inundación que golpeó Luisiana había terminado. Pero luego el cielo se oscureció, las luces de su casa comenzaron a tintinear y con casi un metro de agua (3 pies) afuera de su casa amenazando con inundarla, supo que era el momento de irse de ahí junto con sus dos hijos.
El domingo en todo Luisiana, la gente trataba de ponerse a salvo mientras los ríos y arroyos se salían de sus cauces debido a días de fuertes lluvias, y en algunas áreas llegaron a subir poco más de medio metro (2 pies) en un periodo de 48 horas. También había más de 10.000 personas en refugios, de acuerdo con el gobernador de Luisiana, John Bel Edwards.
Los socorristas, apoyados con vehículos acuáticos, botes y helicópteros, se apresuraban a auxiliar a decenas de personas mientras el gobernador alertó que esto todavía no termina.
Desde el aire, las viviendas en el suroeste de Luisiana parecían pequeñas islas rodeadas de campos inundados. Los cultivos están bajo las aguas, las calles se convirtieron en piscinas y los centros comerciales tan están inundados que solo se ven los techos de vehículos asomándose sobre el agua. Visto desde abajo, es igual de desastroso.
El sistema de baja presión que causó tantos estragos se desplazó hacia Texas, pero el Servicio Meteorológico Nacional advirtió que persiste el peligro de nuevas inundaciones a medida que las crecidas de los ríos descargan hacia el Golfo de México.
Los ríos en el área de Baton Rouge han comenzado a descender, pero siguen registrando los récords de altura que alcanzaron el fin de semana, informó el lunes el servicio meteorológico.
El gobierno federal declaró desastre mayor en el estado, específicamente en las localidades de Tangipahoa, St. Helena, East Baton Rouge y Livingston. El gobernador Edwards informó que recibió una llamada del presidente Barack Obama, que le dijo que «la gente del sur de Luisiana está en sus pensamientos y oraciones y el gobierno federal será un socio sólido».
El gobernador pidió a los ciudadanos que se abstengan de salir a «ver» aunque haya mejorado el clima.
Seis personas han muerto, informó el lunes Devin George, secretario estatal del registro civil.