Una de las grandes amenazas que tienen las ballenas jorobadas a su paso veraniego por New England es la posibilidad de chocar con embarcaciones. Pero el choque no es lo peor.
Un estudio publicado el miércoles halló que el ruido de baja frecuencia de los buques de carga podría alterar su capacidad para comer.
Un equipo de investigadores que analizó los hábitos de 10 ballenas para buscar alimentos en el Golfo de Maine halló que algunos de estos cetáceos de 40 toneladas descienden lentamente cuando sienten la presencia de barcos, lo cual les da menos tiempo para encontrar el alimento que consumen regularmente. Las ballenas también hicieron menores maniobras de lado, técnica que usan para comer un pescado que solo se halla justo encima del fondo del mar.
«En general, me sorprendió que pudiéramos detectar una respuesta con datos estadísticos porque estas ballenas jorobadas son muy adaptables», dijo Hannah Blair, estudiante de postgrado de la Universidad Stoney Brook, en Nueva York, que dirigió el análisis de la información recabada.
Ballenas, delfines y otros animales marinos dependen mucho de emisiones sonoras para comunicarse entre ellos y buscar alimentos. Descubrimientos en décadas recientes indican que el ruido causado por humanos, incluyendo el sonido de barcos, está causando estragos en la vida marina. Encubre sonidos producidos por depredadores y altera el comportamiento de las presas.
Hallazgos como estos hicieron que la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica anunciara en julio un proyecto para abordar el efecto del ruido en las especies marinas y su hábitat en los próximos 10 años. La meta incluye recabar información científica adicional, educar a la gente sobre el problema y «minimizar los efectos crónicos, agudos y cumulativos del ruido en las especies marinas y su hábitat«.
El estudio ofrece la primera evidencia de que el ruido podría ser dañino para los hábitos alimenticios de las ballenas jorobadas.