Corea del Norte lanzó este miércoles, según Seúl, un nuevo misil que cayó en el mar de Japón, en una aparente demostración de fuerza contra el despliegue en el Sur de un escudo antimisiles estadounidense.
Washington reaccionó de inmediato y el Departamento de Estado advirtió de que Estados Unidos está listo para «defendernos a nosotros y nuestros aliados».
Por su parte, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, condenó «un acto escandaloso» que representa «una amenaza seria para la seguridad del país».
El ministro de Defensa, Gen Nakatani, indicó poco antes que el misil cayó en la zona económica exclusiva (ZEE) del archipiélago en el mar de Japón, algo que no sucedía desde 1998.
El nuevo lanzamiento, que constituye una nueva violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, se produce a una semanas del lanzamiento de nuevos ejercicios militares conjuntos entre Estados Unidos y Corea del Sur.
Estas maniobras, que en 2015 habían implicado 30.000 militares estadounidenses y 50.000 surcoreanos, son todos los años causa de crispación diplomática en la península, donde la situación es tensa desde principios de año.
El nuevo misil fue lanzado desde las inmediaciones de la ciudad de Unyul (suroeste) a las 07h50 del miércoles (22h50 GMT del martes) en dirección al mar de Japón, anunció el Ministerio de Defensa surcoreano.
El proyectil recorrió unos mil kilómetros y se trataba seguramente de un misil Rodong de alcance medio, según la misma fuente.
Gen Nakatani declaró a los periodistas que el misil cayó sin duda en la zona económica exclusiva de Japón a 250 km de sus costas norte, a las 08h05 del miércoles (23h05 GMT del martes).
Algo que no ocurría desde 1998, cuando un misil norcoreano aterrizó en la ZEE del país que se situaba en el océano Pacífico después de sobrevolar el territorio.
«No se produjeron señales de alerta, es un gesto extremadamente problemático y peligroso desde el punto de vista de la seguridad de los aviones y barcos», subrayó el portavoz del Gobierno, Yoshihide Suga.
Este lanzamiento se produce dos semanas después del lanzamiento de tres misiles balísticos que, según Pyongyang, simulaban unos ataques nucleares preventivos contra puertos y aeródromos surcoreanos que albergan materiales militares estadounidenses.