El papa Francisco aceptó la renuncia del controvertido arzobispo de Paraíba (Brasil), Aldo di Cillo Pagotto, investigado por el Vaticano por acoger sacerdotes y seminaristas expulsados por otras diócesis y denunciado por pederastia.
La renuncia del religioso ítalo-brasileño, de 66 años, fue aceptada por el papa argentino en base al artículo 401/2 del Código de Derecho Canónico, anunció este miércoles el Vaticano en un comunicado.
Ese artículo se aplica por «causas graves» que impiden al obispo cumplir con su tarea, según las normas jurídicas que regulan la Iglesia católica.
El Vaticano no precisa cuales fueron las razones por las que el obispo tuvo que presentar su renuncia.
El prelado brasileño, conocido por sus posiciones conservadoras, figuraba entre los firmantes de una petición internacional lanzada en 2015 por un grupo de cardenales ultraconservadores contra las medidas de apertura del papa argentino frente a los cambios de la familia moderna.
Su salida parece ser el fruto de una serie de conflictos y acusaciones relacionadas con la pederastia dentro de la Iglesia, un tema que el obispo se niega a abordar, según medios brasileños.
Desde fue nombrado obispo en 2004 en la archidiócesis de Paraíba, el prelado tuvo problemas por su gestión, por lo que la Conferencia Episcopal de Brasil le llamó la atención en varias ocasiones.
La Santa Sede ordenó dos investigaciones canónicas, cuyos resultados no fueron divulgados. Sin embargo, el hecho de que Cillo Pagotto fuera privado en 2015 de la facultad de ordenar nuevos diáconos y de aceptar nuevos seminaristas en su archidiócesis fue interpretado como una sanción.
Según la prensa italiana, en esa misma época el religioso fue denunciado por una mujer que lo acusaba de haber tenido relaciones sexuales con un joven de 18 años, incluso dentro de la sede de la archidiócesis.
El obispo llevó el caso a los tribunales y consiguió que todo el material con las denuncias fuera retirado de internet, según la agencia de información católica Zenit, cercana a los Legionarios de Cristo.
El obispo fue acusado también de haber encubierto casos de abusos sexuales y pederastia en su diócesis, siguiendo la política que la jerarquía católica aplicó durante décadas.
El proceso canónico contra el obispo estuvo a cargo de Fernando Monteiro Guimaraes, exobispo de la diócesis de Garanhuns en Brasil y que tuvo varios cargos en la Curia Romana.
Mano dura al encubrimiento
En junio el papa Francisco adoptó una política de mano dura contra los obispos «negligentes» frente a casos «de abusos sexuales contra menores» con un nuevo decreto, incorporado al derecho canónico en forma de «motu proprio».
Francisco considera que los obispos deben «mostrar una diligencia especial en la protección de los más débiles, entre las personas que se le encomiendan».
En repetidas ocasiones ha pedido castigar severamente a los culpables de abusos sexuales contra menores, ejercer tolerancia cero frente a esta «tragedia» y que renuncien los obispos que hayan protegido a pederastas.
Francisco también creó en el Vaticano una instancia judicial para juzgarlos, una comisión internacional de expertos encargados de proponer medidas de prevención y se reunió con víctimas en Roma y Filipinas.
Pero en varios países del mundo, donde han estallado casos de curas pederastas en los últimos años, predomina el sentimiento de decepción entre las víctimas, que estiman que la Iglesia aún tiene mucho por hacer para apartar y castigar a los culpables.