Doña Paty Cerrato (46) hasta hace un año se sentía muy cómoda de vivir en la colonia Ramón Villeda Morales de Comayagüela, donde cada día cosechaba prosperidad familiar en un hogar muy consolidado junto a su esposo Juan y cuatro hijos.
Por recomendaciones de un pariente, la señora llegó hace tres años de Comayagua a comprar una casa, en este sector sur de Comayagüela. A ella le pareció interesante hallar mercaditos, clínicas médicas, carnicerías, transporte a toda hora, centros educativos para que estudiaran sus hijos y otras comodidades.
Un domingo de esos a doña Paty le apetecía una sabrosa sopa de res y se fue a la carnicería (ubicada a tres cuadras de su casa) a comprar tres libras de costilla y tajo. Al llegar, se encontró un gran candado en la puerta del negocio.
¿Saben a qué horas van a abrir hoy la carnicería? -Le preguntó a un hombre.
Nunca, doña, le respondió.
¿Y eso?, dijo ella un tanto desmotivada.
Ya no aguantaban el impuesto de guerra, pero es mejor hacer como el monito, le dijo el hombre y continuó su camino.
La situación de doña Paty y de los carniceros es común en la Villeda Morales. Cerraron clínicas, pulperías, mercaditos.
La presencia de la Mara-18 domina el territorio y en la parte de abajo está La 13.
No hay ni siquiera un odontólogo para emergencias, ni médicos porque han tenido que cerrar debido al famoso impuesto de las maras, y como los facinerosos ya acabaron con la mayoría de negocios de su colonia, su accionar delictivo lo han trasladado a las colonias del sur de Comayagüela.
Uno de los casos son los centros comerciales de la colonia Altos de Toncontín, denominado la esquina de la muerte donde han matado a varias personas, entre ellos un guardia de seguridad y dos hermanos propietarios de un taller mecánico por negarse a pagar el impuesto de guerra.
La ley en la Villeda Morales es la ley de Herodes y la aplican propios delincuentes que impunemente tienen intimidado a este barrio, donde pobres son el cuchillo de otros pobres.
Hay toque de queda, inclusive para la gente. A las 7:00 de la noche no hay ni un alma.
Esto que se está viviendo no es nuevo, la gente de la Villeda Morales es víctima del recrudecimiento delincuencial, pero han callado por temor a represalias y con impotencia miran el deterioro de la convivencia en la pintoresca colonia.
Se reporta un éxodo de familias a consecuencia del dominio de los antisociales. Hay viviendas que están cerradas, sus dueños mejor se mudaron hasta que el lugar vuelva a ser habitable.
Según se ha tenido conocimiento, hay gente que paga mil lempiras a los mareros, por impuesto de guerra, para que los dejen vivir allí. Y las mejores casas, quedan para la pandilla y a la familia le dan 24 horas para abandonar su vivienda.
Y si la gente no puede pagar, la pandilla entra a la brava a las viviendas y se llevan los electrodomésticos. Les gusta mucho los televisores plasma, los celulares y los videojuegos.
La Villeda Morales se ha convertido en un territorio caliente, pero la gente no denuncia, ante la Policía, a los pandilleros de la Mara 18 por temor a perder la vida.
Según datos estadísticos de las Cámaras de Comercio, en los últimos 10 años, unos 40 mil negocios cerraron a nivel nacional por el delito de extorsión y se considera que esta cantidad puede ser mayor porque muchos negocios, principalmente de las Mipymes, cierran sin dar cuenta por temor de perder la vida.
En cuanto a los hogares, la Secretaría de Justicia y Derechos Humanos (SJDH) registra que cerca de 41,000 hogares han sido desplazados internamente, por razones de violencia e inseguridad, entre 2004 y 2014, lo que representa 174,000 personas víctimas de ese flagelo.
Robos, asaltos, muertes, pago de la extorsión, violaciones, entre otros, han provocado el éxodo en la Villeda Morales.
Aquí está podrido de delincuentes, esto ya no se aguanta, la mayoría de negocios han cerrado porque les cobran el impuesto de guerra, expresó uno de los habitantes de la colonia Ramón Villeda Morales, a quien por seguridad identificamos con el nombre de Darío.
Indicó que en esa colonia la delincuencia se comenzó a recrudecer desde el año pasado, que muchos pandilleros de la mara 18, de colonias al sur de Tegucigalpa, se fueron a refugiar allí.
Desde entonces comenzaron a registrase hechos violentos, como la extorsión, asaltos a viviendas, negocios y a otros rubros del sector.