La Secretaría de Estado del Vaticano decidió «suspender» el contrato firmado en diciembre pasado con la famosa firma PricewaterhouseCoopers (PwC) para la auditoría en las finanzas de la Santa Sede, anunció este jueves la entidad.
El contrato, de tres millones de dólares, fue firmado por el cardenal australiano George Pell, el poderoso ministro de Economía del Vaticano, y preveía la revisión por tres años de los presupuestos de los distintos departamentos, en el marco de una reforma para frenar el déficit financiero y garantizar mayor transparencia en la Curia Romana.
El cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado y su adjunto, Angelo Becciu, decidieron suspender el contrato con PwC, según la página internet Vatican Insider, habitualmente muy bien informada.
«Se están examinando varios aspectos del acuerdo» con PwC, confirmó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.
En diciembre, el Vaticano anunció en un comunicado que había encargado a la empresa internacional como revisor externo de sus cuentas financieras, por lo que tenía que trabajar en estrecha colaboración con el llamado ministro de Economía.
Según fuentes vaticanas citadas por Vatican Insider, el problema no atañe la firma PwC ni es fruto de las resistencias internas en la Curia.
La suspensión fue motivada por deficiencias en el proceso para adjudicarse el contrato.
De acuerdo con las mismas fuentes, el cardenal Pell no cumplió con los requisitos exigidos por los nuevos estatutos aprobados por Francisco.
«El cardenal Pell probablemente creía que en esa fase podía intervenir en todo», comentó Vatican Insider.
El estilo autoritario y los métodos anglosajones del cardenal Pell, que se reunió este miércoles con el papa Francisco, suscitan recelos y críticas dentro del Vaticano.
Francisco está comprometido en la reforma de las finanzas del Vaticano, acusado por años de corrupción, despilfarro y lavado de dinero ilegal.
Hace seis meses, dos libros basados en documentos confidenciales, revelaron los abusos, privilegios y oscuros negocios en la curia romana así como las divisiones y la desconfianza que reina entre la jerarquía de la Iglesia católica.