La Iglesia francesa anunció este martes varias medidas para combatir la pedofilia y se comprometió a esclarecer por completo todos los casos de agresión, «incluso los antiguos», tras las polémicas generadas por el manejo de las denuncias por la jerarquía eclesiástica.
El presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Georges Pontier, anunció este martes la creación de una célula de atención y dijo que se establecerá «una comisión nacional independiente», presidida por un laico.
La Iglesia francesa atraviesa una crisis tras las denuncias de varios casos de pedofilia y las acusaciones contra el cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon, que es objeto de una investigación judicial por no denunciar agresiones sexuales.
A finales de enero, el sacerdote Bernard Preynat fue inculpado, tras reconocerse culpable de varias agresiones sexuales cometidas entre 1986 y 1991 contra scouts.
Varias víctimas demandaron a sus responsables religiosos, entre ellos el arzobispo de Lyon, al que acusan de no haber informado a la justicia sobre los actos del sacerdote cuando se enteraron de ellos, entre 2007 y 2008.
Barbarin esgrimió a mediados de marzo que nunca cubrió ningún acto de pedofilia y que cuando se enteró de los hechos los casos ya habían prescrito.
«En la historia de las diócesis, sigue habiendo algunos casos, incluso casos antiguos, que es necesario esclarecer. Nos comprometemos a realizar este trabajo, tal y como lo hacemos con los casos que llegan a nuestro conocimiento, especialmente a través de las víctimas», dijo este martes Pontier.
La iglesia pondrá a disposición de las víctimas «células de apoyo y de escucha» y una página de internet que permitirá que los afectados sean contactados de forma directa.
Pontier explicó que la comisión independiente estará conformada por antiguos magistrados, médicos y psicólogos, y tendrá como objetivo aconsejar a los obispos a la hora de evaluar las situaciones de los curas que hayan cometido actos.
La Iglesia francesa reivindica los esfuerzos que realiza para luchar contra la pedofilia, desde que en 2001 el obispo Pierre Pican fue condenado a tres meses de prisión condicionales por no denunciar violaciones de menores por parte de un cura de su diócesis.
A principios de mes, el obispo Stanislas Lalanne declaró que la pedofilia es «un mal», pero que «no sabría decir» si es un pecado.
Pocos días después se vio obligado a pedir perdón, bajo las presiones de la opinión pública y la petición de la ministra francesa de Educación, Najat Vallaud-Belkacem de que «disipara toda ambigüedad» al respecto.
Los responsables del episcopado afirmaron además que aunque los casos hayan prescrito ante la justicia, «no hay prescripción moral» de la pedofilia, en una institución que debe comportarse de una forma ejemplar.
«Ahora comprendemos mejor la profundidad de las heridas sufridas y la posibilidad de que no hayamos gestionado bien todos los casos», escribió Pontier en una tribuna publicada en el diario francés Le Monde.