Gilberto González aprendió ruso cuando estudiaba en un colegio de La Habana en plena Guerra Fría, pero al no haberlo utilizado durante tres décadas, sólo recuerda tres palabras básicas: da (sí), niet (no) y nazdarovie (a tu salud).
Con el reciente deshielo entre Estados Unidos y Cuba, González se ha prometido no privar a sus dos hijos de las oportunidades que puede traer el histórico acercamiento, y los ha conminado a inscribirse en una de los cientos de academias particulares de inglés que empiezan a pulular en La Habana.
«Yo les dije que deben aprender inglés«, recordó González, un ingeniero civil de 45 años devenido en taxista. «No importa que sea costoso, pero es lo que puede abrirles las puertas ahora que empezamos una nueva etapa con Estados Unidos».
Con la desintegración del bloque soviético en 1991, el inglés regresó a los colegios y universidades de Cuba luego de más de dos décadas en las que el aprendizaje del ruso, el idioma de su principal benefactor, fue prioridad en la isla.
Desde mediados del 2015, cuando Washington y La Habana sellaron su acercamiento con la apertura de sus embajadas, se ha despertado un gran interés entre los cubanos por aprender la lengua de su otrora enemigo. Hasta el Gobierno comunista ha reconocido la importancia del inglés.
«El idioma (inglés) es imprescindible porque cada día vamos a tener más contacto (con Estados Unidos y otros países)», dijo el número dos del Partido Comunista de Cuba, José Ramón Machado, al clausurar un encuentro de universitarios en 2015.
Al informar sobre la apertura del año escolar 2015-2016, el diario oficial Granma había comunicado la decisión del Gobierno de agregar el inglés a la lista de materias prioritarias junto con la historia cubana y el español.
GOODBYE CHEBURASHKA
En los últimos meses los profesores particulares de inglés se han multiplicado en La Habana al igual que los jóvenes dispuestos a pagar por sus clases, muchas veces costosas para un país donde el sueldo promedio ronda los 25 dólares.
A pesar de que la mensualidad oscila entre 10 y 30 dólares y las inscripciones pueden ser del doble, una escuela de inglés que funciona en un pequeño apartamento en el barrio de El Vedado, ya no acepta más alumnos por falta de capacidad.
El reciente auge también ha inundado el mercado con nuevos maestros de inglés.
«Ha disminuido la matrícula de los alumnos», se quejó Deisy Pérez, quien tiene más de 15 años enseñando inglés en su casa de La Habana. «Actualmente existe una mayor competencia entre las escuelas privadas de idiomas».
Hasta la embajada de Estados Unidos en La Habana y la Iglesia Católica han lanzado recientemente una serie de cursos gratuitos de inglés para promover el conocimiento del idioma.
Pero no siempre fue así: en la década de 1970 las escuelas vocacionales tenían un estricto programa de aprendizaje del ruso, donde los estudiantes tenían que memorizar canciones y poemas en la más hablada de las lenguas eslavas.
En la televisión también se impartían cursos de ruso y Cheburashka, una especie de oso pequeño con orejas enormes, y su amigo el cocodrilo Guena, ayudaban a los isleños más pequeños a conocer el alfabeto cirílico y la nieve, mientras miles de jóvenes cubanos viajaban becados a universidades de Moscú.
Pero al caer el muro de Berlín y con la desaparición de la Unión Soviética, muchos cubanos se dieron cuenta que el ruso no les sería muy útil y empezaron a volcarse al inglés.
Más ahora que, tras el acercamiento entre La Habana y Washington, la isla se prepara para hacer negocios con estadounidenses y recibir a turistas hambrientos de sol.
«Hay que hablar inglés. Si hablan dos o tres idiomas mejor, pero el inglés es imprescindible», dijo Machado, perteneciente a la línea más dura del Gobierno cubano.