No va a ser candidato en las elecciones presidenciales que se celebran en diciembre en Estados Unidos, pero el Presidente Barack Obama poco a poco ha venido asumiendo el papel de ser el anti-Trump y de hacerse cargo del principal candidato a la presidencia por el Partido Republicano como ningún candidato demócrata podría hacerlo.
En momentos en que Hillary Clinton y Bernie Sanders están aún disputando su nominación en las elecciones primarias del Partido Demócrata, la tarea de articular un mensaje en contra de Donald Trump ha recaído en Obama, pues de llegar a la presidencia constituiría un enorme retroceso a su legado y a las políticas que ha impulsado. Pero ahora, los demócratas ahora están trabajando duro para hacer un contraste entre Obama y Trump a fin de retratar al republicano como un candidato que no tiene la estatura para ser Presidente.
Durante meses, Barack Obama había evitado sucumbir al fragor de la campaña presidencial o dejar que la brega electoral lo distrajera de cumplir con su agenda del gobierno. La Casa Blanca evadía las preguntas acerca de las controversias que a diario suscitaba la campaña de Trump, al evitar que el mandatario se convirtiera en una especie de analista de la carrera presidencial que busca su sucesor.
Cuando Obama se metía a opinar sobre el tema, era solamente para hacer aserciones implícitas del «fenómeno Trump», como cuando dijo en septiembre que «Estados Unidos ya es una gran nación», una referencia no tan velada de la promesa del candidato de hacer a Estados Unidos una gran nación otra vez (en inglés «Make America great again»).
Ahora las críticas en contra de Trump son más frecuentes y espontáneas. Cuando el martes se le preguntó si las propuestas de Trump ya le estaban haciendo daño a las relaciones de Estados Unidos con otros países, la respuesta de Obama fue inequívoca: «sí».
«Constantemente los líderes de otros países me hacen preguntas acerca de las sugerencias más chifladas que se han hecho», dijo Obama. «Ellos no esperan que se hagan afirmaciones que no son totalmente confirmadas que salgan de la Casa Blanca. No podemos darnos ese lujo».
El Comité Nacional del Partido Demócrata rápidamente hizo circular el vídeo con las declaraciones de Obama para ilustrar el argumento de que Trump «simplemente no tiene el temperamento requerido para ser el Comandante en Jefe» de Estados Unidos.
Aun así, al llamar la atención acerca de las posturas de Trump, la Casa Blanca corre el riesgo de elevar el perfil de Trump, al tiempo que le da a los críticos de Obama razones para apoyar al multimillonario magnate de la finca raíz.
Obama ha dicho varias veces que no cree que Trump vaya a ganar mientras que funcionarios de la Casa Blanca dijeron que no hay un esfuerzo concertado para hacer que Obama se convierta en un personaje visible en los debates electorales. Después de todo, cada minuto que Obama gasta hablando de Trump es un minuto menos que le dedica a muchas de las tareas que tiene pendientes.
En la última controversia, Obama se refirió a la propuesta de Donald Trump de obligar a México a pagar por la terminación del muro fronterizo al amenazar que va a impedir el envío de remesas que los migrantes mandan a sus hogares. Preguntado sobre la propuesta, Obama rebatió punto por punto la iniciativa y argumentó que, de aplicarse, aumentaría la cantidad de migrantes que vendrían a Estados Unidos sin autorización y que era imposible rastrear todos los envíos.
«Buena suerte con ese tema», dijo.