El aeropuerto internacional de Bruselas vivió con emoción el despegue este domingo del primer vuelo de pasajeros tras los atentados del 22 de marzo, marcando la reapertura parcial de sus instalaciones y un nuevo paso hacia la vuelta a la normalidad en Bélgica. Hacia las 13H40 (11H40 GMT), un avión de Brussels Airline despegó con dirección a la ciudad portuguesa de Faro, tras recibir los honores de los servicios de bomberos y policía del aeropuerto, apostados a lo largo de la pista.
Asistiendo a la escena, responsables del aeropuerto, dos ministros y medio centenar de empleados que rindieron un minuto de silencio antes de aplaudir.
«Volvemos a funcionar», dijo el presidente de Brusels Airport, Arnaud Fesit, antes de abrazar emocionado al presidente de su consejo de administración, Marc Descheemaecker.
La mayoría de los pasajeros llegaron con bastante antelación por los fuertes controles de seguridad instalados: registros en las vías de acceso, control de equipajes antes de entrar en las instalaciones y prohibición para los acompañantes de salir del parking.
Otros dos vuelos debían despegar el domingo con destino a Atenas y Turín (Italia). Los tres aparatos volverán por la noche a Bruselas con los primeros pasajeros autorizados a aterrizar desde los atentados.
Estos vuelos «simbolizan la vuelta a la normalidad en nuestro aeropuerto«, dijo el sábado Feist. El centro de transporte aéreo es un pulmón de la economía belga que genera 20.000 empleos en 260 empresas, señaló el directivo.
La zona de salidas, devastada por la doble explosión, se encuentra aún impracticable, por lo que se han instalado grandes tiendas de campaña blancas que permiten registrar a unos 800 pasajeros por hora, o sea un promedio de seis vuelos, un 20% de la capacidad habitual.
Interrogado por los periodistas, un padre de familia que llevaba a un grupo de jóvenes que viajaban a Faro para asistir a un campamento de deporte, se mostraba optimista: «Creo que ahora es el aeropuerto mas seguro del mundo, ¿no?», dijo con una sonrisa.
– Superar el miedo-
Loukas Bassoukosm, estudiante de 20 años quien llegó con cuatro horas de antelación para tomar un vuelo a Aenas, se decía «contento» por haberse evitado un trayecto de hora y media al aeropuerto de Lieja.
A su lado Panagiotis, que lo había acercado a Zaventem, consideraba que «hay que superar el miedo».
A partir del lunes la actividad se irá ampliando para incluir también otras compañías aéreas, destinos más lejanos y también llegadas de aviones.
Una veintena de vuelos están previstos para ese día, incluidos vuelos intercontinentales, según Brussels Airlines, al que el cierre del aeropuerto ha costado cinco millones de euros diarios.
«Nuestro objetivo es tener la máxima capacidad disponible para las salidas de vacaciones de finales de junio y principios de julio», afirmó Feist.
Según los medios, el aeropuerto podría volver a operar a un 40% de su capacidad en los meses de verano en Europa, pero no podrá recuperar su plena actividad antes de final de año.
El cierre del aeropuerto a los vuelos de pasajeros (el transporte de mercancías se reanudó rápidamente), así como las reservas canceladas tras los atentados, hicieron bajar la actividad del sector turístico. En la región de Bruselas, el índice de ocupación de los hoteles se redujo a la mitad desde el 22 de marzo, según un organismo profesional.
La compañía estadounidense Delta Airlines, por ejemplo, anunció el domingo que suspendía su trayecto entre Bruselas y Atlanta, su principal plataforma en Estados Unidos, hasta al menos de marzo de 2017 «por la incertidumbre que sigue planeando sobre la apertura del aeropuerto y por la caída de la demanda».
El metro de la capital belga volvió a abrir rápidamente después de los atentados y la vida va volviendo a la normalidad, pese al incremento de policías y militares en las calles, que buscan posibles sospechosos de los atentados, especialmente al denominado «hombre del sombrero», que en las imágenes aparece con una maleta que fue abandonada llena de explosivos en el aeropuerto.