El presidente Barack Obama comenzará el lunes la parte oficial de su histórica visita a Cuba con una ofrenda floral en una estatua del líder independentista isleño José Martí ubicada en la Plaza de la Revolución. Un lugar que pocos hubieran imaginado apropiado para un mandatario estadounidense unos años atrás.
En su segundo día en la isla, Obama tiene prevista una extensa reunión con su anfitrión Raúl Castro y un encuentro con emprendedores cubanos, un sector emergente luego de las reformas económicas que comenzaron en 2010.
Para Obama no hay mejor lugar que La Habana para mostrar que la implicación puede hacer más que el aislamiento para conseguir cambios tangibles en la pequeña nación comunista. Pero para los cubanos la cuestión clave es si su propio gobierno está dispuesto a demostrar que la ambiciosa apertura diplomática es algo más que palabras.
«Esta es una visita positiva para los dos países y para el futuro de sus relaciones», dijo a The Associated Press Gustavo Hernández, un cubano de 53 años. «Hay que tener una mejor comunicación y es bueno que se mantenga la paz, que a nosotros nos va a traer tranquilidad».
El viaje de Barack Obama es el primero de un mandatario estadounidense en casi 90 años y se produce a un año del inicio de un proceso de normalización de las relaciones bilaterales rotas por cinco décadas tras el triunfo de la revolución cubana.
La visita del gobernante estadounidense es un atrevido gesto diplomático, luego de haber reconocido que la política de aislamiento a la nación caribeña no logró su objetivo de cambiar el modelo político unipartidista y el gobierno comunista.
«Ya es hora de lograr una amistad», manifestó Magdalena González, una vendedora ambulante de 45 años. «Además nosotros no le hemos hecho nada a Estados Unidos. Es un problema de ideales, de que no pensamos lo mismo, pero tenemos derecho a eso».
Pese a que Obama indicó en que su objetivo con esta nueva relación es contribuir a una mejora en las condiciones de vida de los cubanos, incluyendo más amplias libertades civiles, el gobierno cubano insistió que no piensa realizar reformas a su modelo político.
Hasta ahora Obama realizó una flexibilización de las sanciones a la isla usando sus facultades ejecutivas, pero no pudo convencer al Congreso de derogar el embargo contra Cuba.
Por ello, además de las expectativas de mejoras económicas que el levantamiento de las sanciones impuestas por Washington puede traer a los cubanos -como mejoras en la infraestructura, abastecimiento de productos que a veces escasean y creación de empleos o salarios más altos-, muchos isleños especulan si este ambiente de deshielo se mantendrá luego de que en 10 meses Obama salga de la Casa Blanca y le entregue el poder a su sucesor.
«Quizá gracias a estas negociaciones y a esta visita, el que venga después tenga que aceptar las cosas como se establecieron con Obama y el presidente Raúl Castro», reflexionó González.
Barack Obama y Raúl Castro iniciaron el proceso de normalización de relaciones en diciembre de 2014 y las embajadas de ambos países reabrieron en julio de 2015.
Cuba reclama el levantamiento total del embargo y la devolución de la porción donde se estableció la Base Naval de Guantánamo en el oriente del país.
El mandatario estadounidense, quien llegó el domingo por la noche e hizo un recorrido por La Habana Vieja y se entrevistó con el cardenal Jaime Ortega, permanecerá en Cuba hasta el martes, día en que además de dar un discurso y reunirse con disidentes participará de un partido de béisbol entre un equipo de grandes ligas de Tampa y un seleccionado nacional.