Con la visita del presidente Barack Obama a la vuelta de la esquina, Cuba no quiere que la tomen por sorpresa. Las calles céntricas fueron reasfaltadas, cuadrillas de obreros pintaron las fachadas de edificios importantes, se pusieron plantas en las macetas y se remarcó el borde de las aceras del Malecón con pintura blanca y negra, lugares por donde se espera que pase la comitiva presidencial.
El ambiente en la isla es de expectativa por este viaje, el primero de un mandatario estadounidense en casi 90 años, pero fuera del entusiasmo que genera la visita, la presencia del gobernante de la poderosa nación vecina, otrora enemiga de décadas, tendrá sentido si sirve para lograr el levantamiento del embargo impuesto para presionar un cambio de modelo político, que agobia a los cubanos.
«Hay mucho, mucho movimiento y mucha expectativa, pero todo va a salir bien», dijo a The Associated Press la artesana Buby Canosa, cuyo puesto en una feria de artesanía capitalino vende pequeños imanes con la foto de Barack Obama fumando un puro y otras con chistes de él y su esposa. «Trato de actualizar siempre con los acontecimientos nacionales e internacionales. Es un poco en son de broma pero con un sentido político».
Para Canosa, como para muchos cubanos consultados por la AP, las sanciones son un tema de primer orden.
Cuba cuantifica en millones de dólares las pérdidas anuales por las sanciones, cifras relevantes para la economía de un pequeño país subdesarrollado, aunque críticos del modelo también acusan al gobierno de ser un administrador poco eficiente de los escasos recursos en un sistema lleno de subsidios y gratuidades.
«Creo que ya se abre un camino y es el mejor. Los chinos y los vietnamitas tienen relaciones con Estados Unidos», comentó Miguel Delgado, un cuidador de automóviles. «Pero si no se levanta el bloqueo, esto no ha terminado por más que venga Obama».
Obama y el presidente Raúl Castro anunciaron en diciembre de 2014 el inicio de un proceso de normalización de las relaciones, al tiempo que el mandatario estadounidense reconoció que la política de aislamiento de la isla había fallado. En 2015 se reabrieron embajadas.
Obama, además, usó su poder ejecutivo para flexibilizar las sanciones, la última vez el martes con una flexibilización de las normas que rigen los viajes de los estadounidenses a la isla y la posibilidad de que Cuba pueda operar la banca internacional y los dólares en sus transacciones, una de las principales quejas de los caribeños por los costos comerciales que implicaba.
Pero, a la fecha, el gobernante estadounidense del Partido Demócrata no pudo convencer al Congreso estadounidense de levantar por completo el embargo que depende del legislativo, al tiempo que los candidatos a la presidencia del Partido Republicano expresaron su rechazo a la nueva política de Washington para con la isla.
En Cuba, incluso los más entusiastas ciudadanos parecieron conscientes de las dificultades reales para una normalización completa más allá del viaje presidencial.
«Esto no es algo de la noche a la mañana», dijo Delgado moviendo la cabeza de un lado a otro, para quien Obama fue un «valiente» al romper con la dinámica de las sanciones.
Otro grupo de isleños fue un poco más allá y expresó una franca desconfianza del proceso.
«Este hombre es el lobo en la piel de un cordero. A la larga yo no me fiaría de Obama», dijo un empleado estatal que se identificó como Grullo y temió que la nueva época traiga desigualdad para Cuba o la pérdida de algunas conquistas de la revolución sobre todo en sectores como la salud y la educación.
Sea a favor o en contra, la próxima visita ya sacó a relucir el colorido sentido estético tropical de los cubanos. La antes distante bandera estadounidense, o las letras USA, se pusieron de moda y centenares de cubanos lucen por estos días licras, sudaderas, sombreros, tenis o adornos con su diseño.
Y a Canosa, que no le fue nada mal con sus los imanes de Obama vestido de blanco, con boina vasca al estilo de los practicantes de la santería, la religión mayoritaria en la isla o aquel en que el gobernante asegura «People of Centro Habana, nos vemos en la Casa de la Música de Galiano», en alusión a un popular centro de baile.
Y hasta uno en el que aparece la Primera Dama. Michelle Obama, diciéndole a su marido, con su dedo índice levantado, «tú no vas a Cuba solo, ni lo sueñes mi negro».